Muy difícilmente eres ajeno o ajena al termino Sugar Daddy o Sugar Baby. Estos conceptos son usados para definir a una personas con quien uno sostiene relaciones de diversa índole a cambio de compensación económica o material.
No resulta extraño toparse con memes en internet que idealicen o romanticen, a forma de broma claro, el tener un sugar daddy siendo que termina siendo una salida laboral fácil y ‘sencilla’, o al menos eso es lo que la mayor cantidad de la gente cree.
La verdad es que el mundo de los sugars es mucho más complejo, pesante y traumático de lo que suelen hacer creer que es. Es más, las dinámicas que se desenvuelven en este ámbito han llevado al sugar dating a adoptar el nombre de una ‘nueva forma de prostitución’.
Aquí te contamos tres historias de chicas que han llegado a mojar el pie en estas aguas, reflejando una realidad que vale la pena conocerse.
Ana (nombre ficticio para proteger la identidad de la persona, tenía solo 18 años cuando sus necesidades económicas la llevaron a buscar nuevas posibilidades de ingreso. Sus amigas terminaron convenciéndola de crearse un perfil en estas redes con la excusa de ‘igual te pagan, pero no tienes que tener sexo con ellos. Es así que Ana empezó relaciones con sugar tanto online como en persona; uno de esos ‘clientes’ era un alto rango en una conocida empresa quien le habría ya transferido 50 euros a su cuenta incluso antes de conocerse en persona. Los billetes de 50 euros rodarían toda la noche, después de la cena, al llevarla a su casa, y después de tener relaciones otros 50. ‘’Era como si mi cuerpo no me perteneciera, yo no sabía lo que hacía. Él llevó las riendas de toda la cita y yo no supe poner límites para decir que no’’, afirma Ana. Pero yo, como muchas otras chicas, ya me había acostado con gente sin realmente querer, y pensé: ‘Al menos ahora me pagan’. La idea de base, sin embargo, era esa de ser prostituta disfrazado en el termino Sugar Baby y sin el estigma, al contrario, gozando algun tipo de suntuosidad incluso.
Existen, sin embargo, un programa operado por la plataforma de acción social Diaconia que es a su vez financiado por los ministerios de Derechos Sociales y Agenda 2030, y Seguridad Social y Migraciones, de nombre Desactiva La Trata. Este programa intenta prevenir y sensibilizar sobre el sugar dating. ‘’ Nos dimos cuenta de la importancia que tenía cuando, al ir a los institutos, vimos que muchas jóvenes tenían la aspiración de ser sugar babies”, cuenta Eva Márquez, coordinadora del área de mujer y lucha contra la trata de Diaconia. “Nosotros creemos firmemente que esta es una de tantas formas de prostitución enmascarada y endulzada, y que hay una industria proxeneta que se está lucrando de todo esto”, crítica Márquez.
Estas percepciones erradas de la realidad son producto de una ‘excelente’ campaña de marketing llevada acabo o financiada por las empresas que facilitan estos contactos/servicios. Así mismo, el acto responde a una lógica actual tanto de la forma en como funciona el mercado, el rol que juegan las redes sociales en nuestras vidas diarias y la evolución de ambas partiendo de las convencionales aplicaciones de citas. En otras palabras, con el creciente uso de las redes sociales para entablar y sostener relaciones con personas sumado a la posibilidad de ganar dinero de ello es que nace esta nefasta idea.
Series como Baby de Netflix no hace más que embellecer este mundo de las sugar babies al mostrar los viajes, las compras, los regalos bonitos de los daddy’s. “El propio nombre indica una dulcificación de la realidad de estas relaciones. Y no es nuevo. Todos conocemos la película Pretty Woman y la romantización de una relación que es, básicamente, sugar dating”, comenta Márquez, y añade “Venden que el control siempre lo tiene la víctima, y las páginas están plagadas de ejemplos de vidas de lujo con experiencias, bolsos, coches”.
La funcionalidad de las paginas tampoco hace la cosa muy difícil o desalentadora al ser el registro gratis, sin ningún tipo de seguridad y las conexiones entabladas tal solo con mandar una solicitud de amistad. Los anuncios son nauseabundos: “Busco a alguien discreto”, “Hombre atractivo y con dinero, con ganas de ayudar a quienes lo necesiten”.
En el apartado de ingresos se ve a gente que llega a ganar de 100.000 a 800.000 euros al año. Pero también hay gente normal, como relata Ana, ‘alguna vez me llegó a hablar un profesor de lengua y literatura de instituto’, afirmo. “Soy una chica normal, que estudia, y sin quererlo, fui prostituta. Nos puede pasar a cualquiera igual que me pasó a mí”.