Benigna Cardoso, originaria del estado de Ceará, en el noreste de Brasil, sólo tenía 13 años cuando fue víctima de un feminicidio. En 1941, Benigna iba a buscar agua a un pozo cercano a su casa. En el camino, un compañero de 17 años intentó violarla y luego, cuando ella se negó, la mató con un machete.
La brutalidad del asesinato conmocionó a la opinión pública y Benigna se convirtió en una mártir. Un símbolo, primero de la castidad y luego, al cambiar los tiempos, de la resistencia femenina contra la violencia.
Alrededor de su figura, cuenta El País, nació un verdadero culto. Las mujeres comenzaron a orarle y a pedirle la gracia, y aún hoy se organizan peregrinaciones en su nombre. Lejos de ser una curiosidad del pasado, de hecho, el culto a Benigna Cardoso está más vivo que nunca en Brasil, donde las políticas gubernamentales contra el feminicidio no satisfacen ni hacen sentir a las mujeres protegidas. En el Estado de Ceará, por ejemplo, donde nació Benigna, los datos de feminicidios son todavía dramáticos. De hecho, según las estadísticas publicadas por El País, este Estado tiene una tasa de feminicidios que duplica la media: 7 mujeres por cada 100.000, en lugar de 3,6.
En 2013, el Vaticano inició el proceso para su beatificación, que debía tener lugar en 2020. Sin embargo, Covid-19 impuso un aplazamiento y el proceso sigue en marcha.