Normunds Kindzulis, un paramédico de 29 años, fue víctima de lo que sus familiares y amigos han definido como un ataque homofóbico. Sus vecinos le rociaron con gasolina y lo quemaron vivo tras una fuerte pelea. Normunds había recibido múltiples amenazas de los vecinos de su edificio, donde vivía con su actual pareja.
El joven se mudó desde Riga a Tukums en Letonia. Había recibidos amenazas de muerte que lo llevaron a huir a las afueras de su ciudad. Sin embargo, el patrón violento se mantuvo y en su nueva residencia fue agredido físicamente al menos en cuatro oportunidades. También se burlaban de él.
Normunds y su pareja notificaron el acoso en su contra a las autoridades pero no encontraron apoyo. El día del ataque incendiario, otro hombre también sufrió heridas graves al tratar de rescatar a Normunds, quien fue trasladado a el hospital principal de Riga para ser atendido con urgencia. Días después murió, según la Asociación de Organizadores del Orgullo Europeo.
El presidente de Letonia, Egils Levits, ha condenado este crimen: «no hay lugar para el odio en Letonia». Aunque en principios de este año el congreso votó para incluir en la constitución la especificación de que una familia solo puede ser concebida como la unión entre un hombre y una mujer.