Los lémures demuestran que no hay receta para el amor duradero. Los científicos comparan las reacciones de los «topillos de las praderas» con las de la los lémures. Ambas especies son monógamas. En esta investigación se observan diferencias en como actúa la oxitocina, la hormona del amor.
San Valentín, es el día de los enamorados. Las parejas deciden pasar el resto de su vida juntos. Los humanos, no son los únicos que forman relaciones con una sola pareja, única y especial. También lo hacen murciélagos, lobos, castores, zorros y otros animales, incluidos los lémures.
La revista «Scientific Reports» ha hecho una investigación en la que se demuestra que los circuitos cerebrales que provocan que el amor dure varía según las especies.
La investigación compara especies monógamas y promiscuas dentro de un grupo relacionado de lémures.
Por ejemplo, los lémures de vientre rojo y las mangostas se mantienen juntos año tras año. Incluso colaboran juntos para criar a su familia y defender su territorio. Sus relaciones duran un tercio de su vida, en cambio, otras especies de lémures, cambian de pareja a menudo.
Para los biólogos la monogamia de los mamíferos es un misterio. No es un comportamiento habitual: tan solo del 3 al 5% son monógamos.
La pregunta es porque hay especies predispuestas a estar juntas toda la vida y otras no.
Los estudios realizados durante los últimos 30 años en roedores indican que hay dos hormonas liberadas durante el apareamiento. Una es la oxitocina, la hormona del amor. La otra es la vasopresina. Se estudia la forma en las que ambas actúan en el cerebro
Especies monógamas y especies promiscuas
Se comparan dos especies. Los «topillos de la pradera» son los monógamos. Los llamados «topillos de montaña» son los promiscuos.
Tras el estudio se demuestra que los topillos de la pradera tenían más «sitios» en los que las hormonas oxitocina y vasopresina se podían acoplar en partes del sistema. Especialmente en la parte de recompensa del cerebro.
El equipo de la Universidad de Duke eligió a los lémures ya que «tienen una compatibilidad genética más cercana con los humanos».
Utilizando la técnica de la auto radiografía, investigaron los sitios de unión de la oxitocina y la vasopresina.
La investigación se hizo en especies monógamas, como las mangostas, en el Duke Lemur Center. Los resultados revelaron que la oxitocina y la vasopresina actúan en distintas partes del cerebro en los lémures.
Al comparar entre especies monógamas y promiscuas no se encontraron diferencias.
¿Cual es el secreto de los lémures?
«Probablemente hay varias formas diferentes a través de las cuales se crea una instancia de la monogamia dentro del cerebro. Depende de los animales que estemos mirando» afirma Grebe.
La oxitocina puede ser «la hormona de amor» para los topillos de la pradera
Los lémures demuestran que no hay receta para el amor duradero. Pueden existir acciones e interacciones combinadas de múltiples sustancias químicas del cerebro. También intervienen los factores ecológicos y medio ambientales. Este conjunto de circunstancias son las que crean los vínculos duraderos.
Es por ello que la magia del amor aún sigue siendo un misterio. Al menos, para la ciencia.