Hace 62 años, un científico francés se preguntó que pasaría si no pudieramos medir el tiempo y creó un experimento para averiguarlo.
En 1962, Michel Siffre, un espeleólogo (experto en estudiar cuevas), emprendió una osada expedición hacia las profundidades del abismo de Scarasson, en los Alpes de Liguria, sumergiéndose 130 metros bajo tierra, sin acceso a relojes ni señales de luz natural. Su propósito era explorar cómo la ausencia de luz solar y referencias temporales afectaría los ritmos biológicos humanos.
Equipado solo con una antorcha, Siffre abandonó toda referencia al paso del tiempo y decidió dormir y comer únicamente cuando su cuerpo lo pidiera. Tras 63 días en la cueva, emergió con descubrimientos que luego darían origen a la cronobiología, la ciencia que estudia los ciclos biológicos.
Durante esta inmersión, enfrentó temperaturas frías y alta humedad, y dedicó sus días a leer e investigar. Cada jornada, un equipo en la superficie le tomaba el pulso y realizaba pruebas psicológicas. Una de estas pruebas consistía en contar del 1 al 120 al ritmo de un dígito por segundo, lo cual reveló una distorsión en su percepción del tiempo: Siffre sentía que transcurrían solo dos minutos cuando en realidad habían pasado cinco.
Al concluir su estancia, sus colegas le informaron que había cumplido el tiempo del experimento, algo que lo sorprendió, pues él creía tener aún un mes restante. Este cambio en su percepción temporal confirmó que, en ausencia de luz solar y marcadores temporales, el tiempo parecía transcurrir más lentamente, un fenómeno que Siffre describió como una memoria “borrosa” del paso del tiempo en un entorno de oscuridad constante.
Diez años después, la NASA financió una segunda expedición en una cueva de Texas, esta vez por seis meses. Allí, Siffre observó otra revelación: al adaptarse a la oscuridad y sin referencias de tiempo, su cuerpo empezó a seguir un ciclo de 48 horas, en lugar de las 24 habituales.
Siffre, quien falleció el pasado 25 de agosto a los 85 años en Niza, confirmó con estos experimentos subterráneos que el ser humano, bajo condiciones extremas, adapta su reloj interno a ritmos que desafían el tiempo establecido.