Portugal elegirá a sus nuevos representantes el 30 de enero de 2022. Así lo anunció ayer el Presidente de la República Portuguesa, Marcelo Rebelo de Sousa, que disolvió las Cámaras la semana pasada.

La disolución, que supuso el fin anticipado de la legislatura, se produjo después de que el Parlamento rechazó el presupuesto presentado por el gobierno del socialista António Costa. En ese momento, Rebelo de Sousa fue categórico: ninguna «estabilidad a cualquier precio«, sino nuevas elecciones. A pesar de que la crisis institucional llega en un momento muy delicado, crucial para la gestión de los fondos europeos, el presidente portugués no dudó en terminar la legislatura. «En circunstancias y momentos como éste hay una solución en democracia: dejar que el pueblo hable«, dijo.

Sin embargo, la elección de la fecha de votación no fue fácil. La ley portuguesa permite la celebración de nuevas elecciones 60 días después de la disolución del Parlamento, pero el presidente estaba decidido a evitar el periodo navideño. Según Rebelo de Sousa,de hecho, una campaña electoral en el periodo festivo habría provocado un desinterés general y un aumento del abstencionismo.

La mayoría de los partidos políticos habían expresado su preferencia por el 16 de enero, pero Rebelo de Sousa prefirió posponerlo dos semanas. Pero no más. Un llamamiento, firmado por numerosas personalidades de la política portuguesa, pedía prorrogar el tiempo hasta febrero o marzo, pero fue rechazado. Según los firmantes del recurso, retrasar más las elecciones habría permitido a los partidos reorganizarse tras esta complicada fase y llegar mejor preparados.