Fuente: El País.

El ingeniero y arquitecto español, Santiago Calatrava, ha sido reconocido mundialmente por el estilo de sus obras. Aunque para algunos no signifiquen demasiado, para la mayoría, hay un estilo peculiar que hace de su trabajo algo brillante. El orgullo de Valencia, España, disfruta del éxito que le ha traído su trabajo durante años, algo de lo que también es responsable su esposa Robertina Marangoni.

Santiago y Robertina se conocieron en Zurich, Suiza, cuando él se trasladó a este país para completar sus estudios de arquitectura, tras empezarlos en la Universidad Politécnica de Valencia. Robertina, estudiante de derecho de una familia con amplios recursos, se convirtió en su mujer y socia. Él crea y ella se encarga de todos los trámites legales con sus clientes. Para Calatrava Robertina ha sido su «primer y decisivo apoyo».

Se casaron hace más de 40 años en una ermita cerca de la ciudad de Davos, en Suiza. Y juntos han criado a sus cuatro hijos: Rafael, Micael, Gabriel y Ana Sofía. Aún así el tiempo no ha mermado la intensidad de Robertina quien en su papel de socia de su marido se vuelve cada vez más exigente.

“Se ha afianzado en su papel, mostrándose intransigente en muchas negociaciones e incluyendo en los contratos cláusulas que han parecido excesivas a sus clientes”, según cuenta Llàtzer Moix, en su libro Queríamos un Calatrava de 2016, tras escuchar palabras parecidas de la boca del propio arquitecto.

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