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El miedo a un gran apagón energético, capaz de paralizar a toda Europa, se está imponiendo en España. De hecho, parece que algunos ciudadanos han empezado a comprar compulsivamente bombonas de butano, cocinas de camping, linternas y pilas. En otras palabras, todos los artículos que serían útiles para tener en casa si la electricidad dejara de funcionar de repente.


La histeria del gran apagón comenzó con las declaraciones de Klaudia Tanner, ministra de Defensa del gobierno austriaco. Hace unas semanas, de hecho, Tanner lanzó una campaña informativa llamada «Qué hacer cuando todo se para«. Una especie de guía de supervivencia para los ciudadanos austriacos en caso de un apagón prolongado, que Tanner ve totalmente posible.


La teoría de Tanner también se ha extendido a España, a pesar de los numerosos desmentidos. La ministra de Transición Ecológica, Teresa Ribera, por ejemplo, ha descartado la posibilidad de un gran apagón en España. Ribera explicó que la Península Ibérica es ampliamente autosuficiente, por lo que un apagón energético continental no tendría graves repercusiones. Incluso Red Eléctrica Española, la empresa que gestiona el sistema energético nacional, dijo en un comunicado que no tiene indicios de un inminente apagón.


Para España, por tanto, no es un apagón europeo lo que representa un riesgo real, sino una crisis energética interna. En particular, los expertos han identificado algunos factores de riesgo que podrían causar problemas a finales de enero. En ese periodo, de hecho, según informa el Diario de Navarra, el frío sumado a una baja producción de energía eólica y fotovoltaica (por motivos meteorológicos) y una menor llegada de gas natural podrían generar ineficiencias.

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