La historia de la Reina Victoria y Abdul, era bastante desconocida, ya que al fallecer la monarca, su hijo ordenó que se quemaran toda las cartas entre el joven hindú y su madre, dado al odio o desagrado que los miembros de la casa real le profesaban a Abdul.
La periodista y escritora hindú, Shrabani Basu, durante un viaje al antiguo palacio de la reina Victoria, descubrió que en muchos cuadros y bustos, saltaba a la vista un hombre que no parecía sirviente, vestido como noble y con aparente distinción. Fue entonces como inició una investigación que le motivó a escribir su novela «Victoria y Abdul», La verdadera historia del confidente más cercano de la Reina, publicada en el 2003.
De esta interesante historia se hizo una película estrenada en el 2017, «La Reina Victoria y Abdul», dirigida por el director británico Stephen Frears, que cuenta la polémica e intensa relación de la Reina Victoria de Inglaterra con
un joven de origen hindú, que se convirtió en su asistente personal, lo que condujo a una casi revuelta en la casa real. Pues tenía privilegios que incluían viajar con ella por Europa; además de títulos; honores, asientos privilegiados en óperas y banquetes, un carruaje privado, y regalos personales.
Aunque la escritora Basu se inclina mucho hacia el lado de los celos y racismo, como principales sentimientos por parte del resto de integrantes de la casa real hacia Abdul, no desestima lo desagradable que pudo ser Abdul por sus acciones altivas. ¿Era Abdul Karim un ayudante desinteresado? ¿un amigo leal y sincero? ¿O era un peligroso estafador? Estas son algunas de las preguntas que se hacen los fanáticos de esta historia.
Lo cierto es que la familia real británica no logró borrar la existencia de Abdul entre 1887 y 1901. Una tierna historia de amor entre amistad y un profundo sentido maternal, de una anciana Reina y un hindú común que perduró hasta los últimos 15 años de vida de su majestad.
Abdul Karim tenía veinticuatro años cuando llegó a Inglaterra desde Agra para servir en las mesas durante el Jubileo de Oro de la reina Victoria, de repente se convirtió en su asistente personal y en un año, se estableció Abdul como una figura poderosa en la corte, el maestro de la reina, o «Munshi», instruyéndola en asuntos indios y enseñándole urdu. Victoria era viuda, su esposo había fallecido y la tristeza por la muerte de John Brown, su gillie escocés, y amigo personal, solo pudo ser mejorado por la llegada de Abdul.
Abdul le brindó la atención y los halagos que realmente ansiaba, comenta la escritora: «el le habló como un ser humano y no como la Reina. Todos los demás se mantuvieron alejados de ella, incluso sus propios hijos, y este joven indio llegó con inocencia. Le habló de la India, de su familia y estuvo allí para escuchar cuando ella se quejaba de su propia familia».