El pasado 2 de mayo, Kiko Rivera dio su primer concierto multitudinario con su tema Asà soy yo. El hijo de Isabel Pantoja y el malogrado Paquirri ha dado el salto de la cabina del dj al escenario. 3,500 euros por desafinar. Asà es España.
Sin embargo, hasta esta semana no se ha desatado la polémica, al emitirse en Telecinco un documental que pretende mostrar al Kiko más campechano. Y vaya si lo muestra. Pero no es eso lo que le exige la gente que le paga millonadas. Entonces, ¿por qué sigue Kiko firmando bolos a pesar de no cumplir las expectativas?
Hasta la noche del 2 de mayo en Vigo todos los fans del popular dj seguÃan admirándolo. Tras cuatro horas de concierto benéfico contra el cáncer y artistas de la talla de David Civera, Merche o Carlos Baute, llegó Kiko. Emocionado, nervioso, entregado. Se nota que le importa lo que hace pero lo hace mal.
Primeros 40 segundos sin entonación, con una voz afectada de algún catarro o quién sabe qué, el público no da crédito. Caras de asombro, risas incontenibles y gestos de estupefacción.
En definitiva, como él mismo dice: «No soy cantante ni pretendo serlo». A lo que añade: «A mà me gusta la música y voy a seguir luchando por mi sueño»: ¿Quién entiende a este chico?
No obstante, Kiko Rivera salió contento, aunque consciente de sus errores, los cuales «intentará corregir». Ahora bien, su carrera como dj se va a ver afectada; de hecho, al dÃa siguiente al sonado concierto Kiko tenÃa una sesión de pinchadiscos en una discoteca de Tarragona con un público más bien escaso… Peor suerte corrió con el concierto que ya tenÃa firmado en Luanco (Asturias), donde tras las quejas de los vecinos por la cuantiosa tarifa que cobra Rivera el alcalde hubo de rescindir el acuerdo.
Un caché de 3,500 euros
Kiko Rivera cobra, de media, por cada actuación 3,500 euros. Claro, achaca las crÃticas a «envidia», como afirma en el documental. Pues no parece que sea eso: es muy lógico que el público se niegue a que su dinero se destine a una persona no ducha en lo que hace. Zapatero a sus zapatos.