El premio Nobel de Medicina ya tiene ganadores este año. Entérate sobre sus vidas y la investigación que los llevó a ser galardonados.

Victor Ambros y Gary Ruvkun, dos científicos estadounidenses, han ganado el premio Nobel de Medicina 2024 por su descubrimiento sobre el microARN, unas moléculas cruciales que regulan la actividad genética. El anuncio se dio en una conferencia de prensa el 7 de octubre en el Instituto Karolinska, en Estocolmo. «Su descubrimiento revolucionario reveló un principio completamente nuevo de regulación genética que resultó ser esencial para los organismos multicelulares, incluidos los humanos», expresó la asamblea.

El historial de los dos ganadores

Víctor Ambros, nacido en 1953 en Hanover, New Hampshire, es uno de los científicos más influyentes en el campo de la genética. Se doctoró en el Instituto de Tecnología de Massachusetts (MIT) en 1979, donde también realizó su investigación postdoctoral hasta 1985. A partir de ese año, se unió a la Universidad de Harvard como investigador principal. Entre 1992 y 2007, Ambros fue profesor en la Facultad de Medicina de Dartmouth, y actualmente ocupa la cátedra Silverman de Ciencias Naturales en la Universidad de Massachusetts Medical School, Worcester.

Por su parte, Gary Ruvkun, nacido en 1952 en Berkeley, California, también se ha destacado por sus aportes en genética. Obtuvo su doctorado en Harvard en 1982 y posteriormente realizó investigaciones postdoctorales en el MIT junto a Victor Ambros entre 1982 y 1985. En 1985, se unió como investigador principal al Hospital General de Massachusetts y a la Escuela de Medicina de Harvard, donde hoy es profesor de Genética. Ambas figuras han tenido una influencia considerable en el desarrollo de estudios genéticos, colaborando con instituciones de renombre y aportando descubrimientos esenciales al campo de la biología molecular.

Cabe destacar que los ganadores del año anterior (2023), la húngara Katalin Kariko y su colega estadounidense Drew Weissman, fueron los pioneros de la vacuna contra el Covid-19. En 2005, Karikó y Weissman desarrollaron modificaciones en las bases nucleósidas del ARN mensajero (mRNA) que evitan que el sistema inmunológico lance una respuesta inflamatoria contra el mRNA sintético. Este avance solucionó uno de los mayores desafíos para el uso terapéutico de la tecnología de mRNA.

Gracias a estas innovaciones, BioNTech, en colaboración con Pfizer, desarrolló una vacuna contra la COVID-19 que se convirtió en la más utilizada en Occidente. Según datos de BioNTech, aproximadamente 1.500 millones de personas en todo el mundo recibieron su vacuna de mRNA.

Detalles del descubrimiento

Fue a a finales de los años 80, cuando los hoy galardonados con el premio Nobel de Medicina estarían trabajando en su prometedora investigación científica. En aquel entonces, Víctor Ambros y Gary Ruvkun trabajaban como becarios postdoctorales en el laboratorio de Robert Horvitz, premio Nobel en 2002. Ambos estaban enfocados en estudiar el desarrollo celular del gusano C. elegans, un organismo modelo que, a pesar de su pequeño tamaño, presenta células especializadas similares a las de animales más complejos. Su investigación se centró en los genes lin-4 y lin-14, que mostraban problemas de regulación temporal durante el desarrollo de estos gusanos.

Ambros demostró que el gen lin-4 producía un pequeño ARN que no codificaba proteínas y que inhibía la actividad de lin-14. Por su parte, Ruvkun descubrió que esta inhibición se daba durante la síntesis de la proteína lin-14, no en la producción de ARN mensajero. Ambos científicos compararon sus hallazgos y concluyeron que el ARN de lin-4 se unía al ARN mensajero de lin-14, bloqueando su traducción en proteína. Así, descubrieron un nuevo tipo de regulación genética mediada por microARN, una clase de ARN previamente desconocida.

Este hallazgo, publicado en 1993, fue en principio considerado una peculiaridad específica de C. elegans. Sin embargo, en el año 2000, Ruvkun identificó otro microARN, let-7, que estaba presente en muchos animales, incluidos los humanos. Este descubrimiento cambió la percepción de la comunidad científica sobre la relevancia de los microARN, abriendo una nueva línea de investigación genética. En los años posteriores, se identificaron cientos de microARN, lo que ha llevado a avances significativos en la comprensión del desarrollo y la regulación genética en organismos multicelulares.

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