A un año de una de las peores masacres de nuestro tiempo, damos un breve recorrido por sus causas y los terribles impactos que ha generado.
Aunque los habitantes de la Franja de Gaza habían sufrido durante décadas la ocupación israelí, con la confiscación de tierras, asentamientos ilegales y bombardeos continuos antes del 7 de octubre, no sería hasta ese día, hace un año, que las condiciones se recrudecerían abruptamente. Tras el ataque sorpresivo de Hamás, grupo político y armado palestino, contra algunas poblaciones del sur de Israel, que según datos oficiales dejó un saldo de más de 1.200 israelíes y ciudadanos de otros países muertos, 14 secuestrados y 250 rehenes, el Estado de Israel lanzó un contrataque despiadado y devastador contra la población civil gazatí.
Al día de hoy, un año después del inicio del genocidio en Gaza, el ejército de Israel, con la presunta intención de acabar con el grupo palestino (Hamás) y liberar a los rehenes, ha provocado la muerte de 42.000 personas, entre ellas casi 17.000 niños y niñas y más de 11.000 mujeres, según los datos del gobierno gazatí. Lo cierto es que Israel no ha logrado sus objetivos, y aunque había anunciado hace un tiempo la eliminación de soldados palestinos en el norte de la franja, este domingo ha iniciado una nueva operación allí.
La miseria y ruina de un genocidio anunciado
Los bombardeos israelíes en Gaza han causado graves crisis humanitarias y heridas masivas, según Amber Alayyan de Médicos Sin Fronteras (MSF). En el último año, la ONG ha atendido a más de 27,500 pacientes con lesiones relacionadas con la violencia, siendo el 80% heridas de bombardeos. La Organización Mundial de la Salud estima que unas 12,000 personas requieren evacuación para tratamiento médico no disponible en Gaza.
La situación es crítica, con más de dos millones de habitantes padeciendo hambre y el 80% dependiendo de ayuda humanitaria. La guerra ha destruido más de 150,000 viviendas y más de 600 lugares de culto. En ciudades como Gaza y Jan Yunis, barrios enteros han sido reducidos a escombros, y se estima que al menos 10,000 cadáveres permanecen atrapados bajo los restos, reflejando la devastación tras un año de conflicto.
Los intereses sobre los derechos humanos
Es crucial tener presente que, después de la Segunda Guerra Mundial, se creó la Declaración Universal de los Derechos Humanos, donde se deja expresamente claro el derecho a la vida, libertad y seguridad, lo cual es justamente lo contrario a la situación en Gaza. A pesar de las resoluciones de la ONU que exigen la retirada de las fuerzas ocupantes, Israel las ignora sistemáticamente, y los intentos del Consejo de Derechos Humanos de condenar la violencia han sido infructuosos.
El conflicto se ve alimentado por el comercio internacional de armas, donde Israel desempeña un papel clave. Entre 2016 y 2020, exportó armamento a más de 130 países, generando más de 7,200 millones de dólares en ventas anuales. Organizaciones como Amnistía Internacional destacan que, a pesar de las violaciones a los derechos humanos, gobiernos occidentales, incluido España, continúan vendiendo armas a Israel. En 2023, España exportó material militar a Israel por un valor de 12.5 millones de euros, contraviniendo sus propios marcos legales que prohíben tales transacciones.