Existe un pueblo en donde cientos de familia alguna vez vivieron, y donde la historia aún respira por entre sus calles. Se trata del pueblo-fortaleza medieval de Granadilla en la provincia de Cáceres, al oeste de España.

Fundado por los musulmanes en el siglo lX, este pueblo ubicado en la frontera con Portugal llegó a cumplir un rol importante durante la colonia puesto que quienes habitaban ahí podían vigilar de manera continua la Ruta de la Plata; el camino que cruzaba la península de Norte a Sur y por donde los tesoros recolectados de las Américas eran repartidos por todo el país.

Granadilla es uno de los pocos pueblos en España donde las antiguas murallas siguen intactas. Desafortunadamente, lo mismo se puede decir de las cientos de casas que fueron forzosamente desocupadas en la década de los 60.

Francisco Franco en ese periodo se habría enfocado en la construcción masiva de represas para contrarrestar la estancada economía de un país aislado del mundo. Es así que en 1955 nace el embalse de Gabriel y Galán, en el rio Alagón. Ese mismo año las autoridades decretaron que el pueblo de Granadilla se vería inundado por la obra; y, por tanto, debía ser evacuado. Así fue que, en el transcurso de 10 años, en lo que terminaban de construir la represa, de 1959 a 1969, los más de 1000 residentes fueron desplazados de sus hogares forzosamente; muchos de ellos reubicados en asentamientos de colonización en las inmediaciones del pueblo.

Lo que resulta penoso y, al mismo tiempo frustrante, para los expobladores del lugar es que el agua en realidad nunca llegó al pueblo. En 1963, cuando el agua comenzó a subir, solo se cubrieron las entradas del pueblo a excepción de una, dejando las casas intactas y convirtiendo al lugar en una península. Sin embargo, no se les permitió a los habitantes regresar.

«Nos echaron alegando que la presa iba a inundar el pueblo, lo que era imposible, porque el pueblo está más alto que la presa. Pero eran tiempos de dictadura y no teníamos derechos. Pero lo que de verdad me frustra es que en tiempos democráticos he estado luchando por la recuperación de Granadilla con la antigua asociación de niños, y ningún gobierno nos ha escuchado«, comenta Eugenio Jiménez, presidente de la Asociación Hijos de Granadilla.

Resultó muy difícil para las personas en aquel entonces dejar sus casas, explica Jiménez. Muchos de ellos no tenían donde ir ni recursos para valerse. Incluso hoy, después de tantos años, las familias no pueden recuperar las que alguna vez fueron sus casas, porque el gobierno español mantiene aún el decreto de inundación firmado por Franco.

El lugar ahora funciona; como un museo gratuito al aire libre supervisado por el Organismo Autónomo de Parques Nacionales. Los ex-habitantes pueden visitar su antiguo pueblo por el día, y suelen reunirse dos veces al año para el día de Todos los Santos (1 de noviembre) y el día de la Asunción de María (15 de agosto) ahí mismo en la abandonada Granadilla.

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