Inna fue acusada de defraudar cerca de un millón de euros a la compañía de Energía Solar en la que trabajaba. Los directivos denunciaron que se había quedado con grandes cantidades de dinero y el caso se llevó a juicio. Sin embargo, en nombre de Inna tuvieron que presentarse sus padres, con un acta de defunción, pues presuntamente, su hija de 47 años, falleció en un accidente de tránsito en Alemania, su país natal.
Sin embargo, la compañía dudo de su muerte y contacto con una empresa de investigación privada para analizar el caso. En el proceso identificaron que hubo movimiento en las redes sociales de la acusada luego de que fuese declarada muerta. En especial, publicaciones de fotos de su perro caniche gigante, una raza poco habitual en Mallorca, donde vivía.
Tras este indicio, los investigadores vigilaron diversos parques caninos de la ciudad con la esperanza de avistar al perro y así fue. Encontraron un perro con las mismas características del de Inna haciendo un paseo con hombre. Al seguirlos, llegaron a un chalet lujoso en la zona de Santa Ponsa. Finalmente, luego de días de tensión, lograron atrapar a la mujer cuando regresaba del gimnasio, acompañada por el canino, quien iba en la parte de atrás de su coche.