La comunidad musulmana en Barcelona esta teniendo diversas dificultades para llevar a cabo una de las tradiciones más importantes de su religión: el ramadán. Normalmente acostumbraban reunirse en unos salones cerrados, lo cual ahora no es posible. Las restricciones impuestas a causa de la pandemia de Covid-19, les prohíbe juntarse en lugares sin ventilación, más aún si son reuniones con muchos asistentes.
Faouzia Chati, presidenta de la Asociación Catalana de Mujeres Marroquíes, encargada de coordinar varias eventos relacionadas con la religión musulmana fue la primera en encontrar tropiezos para seguir con sus actividades. Ante esta problemática el padre Peio Sánchez, rector de la iglesia de Santa Anna, decidió tender su mano y prestarle todo el espacio libre del templo.
Cada noche, entre 50 y 60 musulmanes acuden al jardín de la iglesia para conmemorar el ramadán, una tradición que consiste en no ingerir ningún alimento entre el amanecer y el anochecer, tampoco pueden fumar, beber o mantener relaciones sexuales. Esta especie de ayuno se lleva a cabo normalmente desde el 13 de abril al 12 de mayo y creen que sirve para purificar sus cuerpos y almas. Cuando oscurece se rompe el ayuno y se lleva a cabo un gran banquete de comida casera.
«La gente está muy feliz de que los musulmanes puedan hacer Iftar en una iglesia católica, porque las religiones sirven para unirnos, no para separarnos», aseguró Chati. Mientras que el padre Sánchez dijo: «Incluso con diferentes culturas, diferentes idiomas, diferentes religiones, somos más capaces de sentarnos y hablar que algunos políticos».