Apenas unas horas faltan para el gran clásico entre Real Madrid y Barcelona. Ambos conjuntos se juegan mucho más que el prestigio y la batalla va más allá del honor. En juego está el primer gran título de la temporada y para ambos supondría una balsa a la que agarrarse el día de las notas a final de curso, y de paso un balón de oxígeno para el tramo final de temporada.
Mestalla será el escenario donde estarán depositados todos los focos del planeta fútbol a partir de las 21:30. Ambos conjuntos afrontan la final mermados en algunas posiciones, pero la motivación y la ilusión por el partido hará a que se echen menos en falta. Aunque, por ejemplo los blancos no vayan a contar definitivamente con su máximo goleador, Cristiano Ronaldo, o con el que para muchos es el mejor lateral izquierdo del mundo, Marcelo. En el bando blaugrana la línea defensiva es la más castigada con las ausencias Piqué, Valdés y la casi segura de Puyol.
Será la séptima final en la competición entre los dos clubes más grandes de la historia de España, con un balance de tres victorias para cada uno. El último precedente data de 2011, donde hace tres años se impusieron los madridistas con un tanto de Ronaldo en la prórroga en este mismo escenario.
En cuanto al árbitro, tras el ruido que se formó con el último duelo liguero entre ambos conjuntos en el Bernabéu, ésta vez el elegido ha sido Mateu Lahoz. Un colegiado que deja jugar y que puede favorecer al espectáculo siempre y cuando ambos equipos le faciliten su labor y no hagan que se le vaya el control del choque.
Tanto unos como otros se juegan gran parte de la temporada y seguro que el espectáculo no desmerece. Ningún aficionado al fútbol se puede perder la cita más esperada del año. Que el balón eche a rodar y que gane el mejor.

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