El caso del llamado «Vampiro de Düsseldorf» es uno de los más escalofriantes en la historia de los crímenes en serie.
Este apodo fue dado a Peter Kürten, un asesino serial alemán que aterrorizó la ciudad de Düsseldorf en la década de 1920 con sus brutales actos de violencia. Su macabra historia, marcada por asesinatos, agresiones sexuales y rituales perturbadores, lo convirtió en uno de los criminales más infames del siglo XX.
Infancia y orígenes de un monstruo
Peter Kürten nació el 26 de mayo de 1883 en una familia pobre y disfuncional en Colonia, Alemania. Su infancia estuvo marcada por la violencia, el abuso y la negligencia, factores que contribuyeron a moldear su personalidad psicopática. Desde temprana edad, Kürten mostró comportamientos sádicos, comenzando con el maltrato y la tortura de animales.
A los 16 años, fue encarcelado por primera vez por diversos delitos, iniciando un patrón de comportamiento delictivo que continuaría a lo largo de su vida. A medida que crecía, su necesidad de violencia escaló hasta llegar al asesinato.
El reinado del terror en Düsseldorf
Entre 1929 y 1930, Peter Kürten desató una ola de crímenes que sembraron el pánico en Düsseldorf. Asesinó al menos a nueve personas, aunque algunas fuentes sugieren que pudo haber cometido más homicidios. Sus víctimas incluían mujeres, hombres y niños, lo que demostraba una falta de discriminación en sus actos.
Lo que distinguía a Kürten de otros asesinos era la extrema brutalidad de sus crímenes. A menudo apuñalaba o golpeaba a sus víctimas, y en varios casos bebía su sangre, un comportamiento que le valió el apodo de «Vampiro». Kürten afirmó que obtenía placer sexual al cometer estos actos, mostrando un claro trastorno sádico y psicopático.
La captura y el juicio
Kürten fue arrestado en 1930 después de confesar sus crímenes a su esposa, quien alertó a las autoridades. Durante su juicio, se mostró cooperativo, describiendo sus asesinatos con frialdad y detalle, lo que dejó atónitos a los investigadores y al público.
El juicio de Peter Kürten fue ampliamente cubierto por la prensa de la época debido a la naturaleza horrenda de sus crímenes. Finalmente, fue declarado culpable y condenado a muerte. Fue ejecutado por decapitación el 2 de julio de 1931 en Colonia. Antes de su ejecución, expresó una inquietante curiosidad sobre si podría escuchar el sonido de su propia sangre al derramarse.
Un legado de horror
El caso de Peter Kürten sigue siendo objeto de estudio en criminología y psicología criminal, ya que sus actos revelan las profundidades más oscuras del comportamiento humano. Representa un ejemplo extremo de cómo el abuso, la violencia y los trastornos mentales no tratados pueden converger para crear un asesino serial.
Aunque su nombre está asociado con el horror y la depravación, su historia también destaca la importancia de entender y abordar las raíces de los comportamientos violentos para prevenir tragedias similares en el futuro. El «Vampiro de Düsseldorf» no solo dejó un legado de terror, sino también un recordatorio de las complejidades de la naturaleza humana.