Hezbolá, una organización militar, está en crisis tras los contundentes ataques de Israel. ¿Qué tiene que ver el Líbano en todo esto?
La guerra en Gaza, que comenzó el 7 de octubre, ha llevado a Medio Oriente a una de sus etapas más críticas en años. Los ataques se han extendido más allá de los territorios palestinos, involucrando al poderoso grupo libanés Hezbolá, con quien Israel mantiene un frente de batalla activo.
Desde el inicio de los enfrentamientos, Israel y Hezbolá han intercambiado ataques en la frontera común. En el golpe más reciente y contundente contra Hezbolá, Israel eliminó al líder Hassan Nasrallah y a varios altos comandantes en un ataque aéreo en Beirut.
Este hecho, sumado a la muerte del comandante Fuad Shukr en agosto, ha desencadenado una respuesta agresiva de Hezbolá, intensificando el conflicto en la región. Israel ha respondido con una operación preventiva que incluyó el uso de 100 aviones para atacar lanzaderas de cohetes en diversas áreas del sur del Líbano.
A mediados de septiembre, la explosión de dispositivos de comunicación en Líbano, atribuida a Israel por Hezbolá, dejó numerosos heridos y agravó aún más las tensiones. Estos ataques y contraataques han conducido a una situación volátil y potencialmente incontrolable, que amenaza con desbordarse en una guerra total.
Conexión entre Líbano y Hezbolá
Hezbolá ha estado en el centro de las noticias en las últimas semanas, lo que ha resaltado la estrecha relación entre este grupo y Líbano. Pero, ¿cómo comenzó esta conexión? Para responder a esta pregunta, es necesario entender cómo y por qué se estableció esta organización.
El surgimiento de Hezbolá, cuyo nombre significa «Partido de Dios», está relacionado con la invasión israelí al sur del Líbano en 1982, en respuesta a ataques de militantes palestinos. Varios líderes chiitas se separaron del Movimiento Amal y formaron un nuevo grupo respaldado por Irán, que luego se convirtió en Hezbolá. Con el tiempo, la organización pasó de ser una milicia a una entidad con considerable poder político, manteniendo su postura dura contra Israel y Estados Unidos.
En los años 90, el gobierno libanés ordenó el desmantelamiento de todos los grupos armados en el Líbano, con la excepción de Hezbolá, que mantuvo y estableció su estructura en el sur del país. Durante diez años, Hezbolá luchó mano a mano contra el ejército israelí en la frontera sur y, en el año 2000, logró hacer que el ejército israelí se retirara, ganándose así el apoyo y agradecimiento de los civiles, especialmente de esa región libanesa.
Hezbolá, un grupo político y militar chiita respaldado por Irán, se ha convertido en la mayor fuerza militar no estatal del país desde 1992 bajo el liderazgo del recientemente fallecido Hassan Nasrallah. Estados Unidos y la Unión Europea consideran a Hezbolá como una organización terrorista.
Aunque se originó en 1985 con una «carta abierta» que identificaba a Estados Unidos y la URSS como enemigos del Islam, su enfoque más controvertido ha sido la destrucción de Israel. A pesar de su papel militar, Hezbolá también ejerce un gran poder político y social en el Líbano, compitiendo incluso con las instituciones estatales.
Desde su formación, Hezbolá ha ganado escaños en el Parlamento y se ha consolidado como una fuerza que combina influencia política y militar, además de proveer servicios sociales, lo que le ha dado popularidad entre la comunidad chiita. Sin embargo, su presencia también es vista por muchos libaneses como un riesgo para la estabilidad nacional.
Los recientes ataques entre Israel y Hezbolá evocan la guerra de 2006, cuando ambos bandos se enfrentaron en un conflicto que dejó más de mil muertos y devastó gran parte del sur del Líbano. Hoy, con un arsenal fortalecido y el apoyo continuo de Irán, Hezbolá se presenta como una amenaza latente para Israel, y el espectro de una nueva guerra total sigue siendo un peligro inminente para la región.