La nueva tecnología CRISPR-Cas9 ha abierto muchos debates éticos con los recientes experimentos y aplicaciones reales que le han dado.

El desarrollo de tecnologías de edición genética, como CRISPR-Cas9, ha abierto la posibilidad de modificar el ADN de embriones humanos con fines terapéuticos o de mejora. Aunque prometedora, esta técnica plantea importantes retos científicos y éticos, y su aplicación clínica aún no es viable.

La edición genética en embriones obtenidos por fecundación in vitro (FIV) aún es incipiente debido a problemas de seguridad. La técnica CRISPR, que permite modificar el ADN, puede causar daños en el genoma que no siempre son detectados, generando mutaciones adicionales. Esto plantea serios riesgos para el desarrollo del embrión y su descendencia.

A pesar de los avances en la precisión de la edición, la mayoría de los embriones humanos prefieren mecanismos de reparación genómica menos seguros, lo que dificulta corregir mutaciones genéticas con éxito. La baja eficacia de esta tecnología es otro obstáculo, ya que se necesitan muchos embriones para obtener resultados, lo que conlleva problemas éticos.

Los defensores de la edición genética en embriones argumentan que esta técnica podría eliminar enfermedades hereditarias. Sin embargo, muchos expertos alertan sobre el impacto a largo plazo de modificar el genoma humano, ya que los cambios introducidos se transmitirían a futuras generaciones, lo que podría tener consecuencias impredecibles.

Experimentos cuestionables

De hecho, según un artículo de The Conversation, ningún país del mundo está directamente autorizado a realizar edición genética en la etapa germinal. Mientras que los que se rigen bajo el Convenio de Asturias de 1997 tienen explícitamente prohibido modificar el genoma de futuras generaciones. Sin embargo, esto no impidió el caso de «Lulu y Nana» en 2018, las niñas chinas cuyo embrión fue alterado por el investigador He Jiankui, quien posteriormente fue condenado a sanciones penales e inhabilitación para investigar.

En los países excluidos de dicho convenio, es posible realizar experimentos como el publicado hace un tiempo en la revista Nature, en el que un equipo internacional de laboratorios en EE. UU., Corea del Sur y China, liderados por el embriólogo Shoukhrat Mitalipov, generó 142 embriones humanos con el objetivo de investigar la corrección de una mutación responsable de la miocardiopatía hipertrófica mediante la tecnología CRISPR. Aunque los resultados fueron prometedores, aún no son aplicables en la práctica.

En este sentido, un informe de las Academias Nacionales de Ciencias de EE.UU. concluye que la edición genética hereditaria es inaceptable actualmente debido a los riesgos para la salud y el bienestar de las futuras generaciones, así como la falta de consenso ético.

Aunque la edición genética embrionaria promete avances médicos, su aplicación aún es prematura. El debate sobre su viabilidad y seguridad continuará mientras la ciencia busca resolver las cuestiones éticas y técnicas que rodean esta innovadora pero controvertida herramienta.

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