Son varias las personas que se han visto afectadas por los repentinos cambios de temperatura, los ataques terroristas y la falta de servicios básicos en consecuencia de estas dos cosas.
Halimatou Gabeye, es oriunda de un pequeño pueblo en el oeste de Níger. Ella tuvo que trasladarse a la capital, Niamey, con sus tres hijos hace cuatro años debido a una mala cosecha y la falta de ayuda pues su marido habría muerto en una ataque terrorista.
«Tras la muerte de mi marido, me quedé un año en el pueblo para cultivar el campo familiar, pero soy una mujer sola, sin apoyo ni recursos, y con tres niños pequeños. Resultó muy difícil. La cosecha fue decepcionante por las inundaciones, por eso dejé mi pueblo para buscar trabajo en Niamey», cuenta a Efe desde las afueras de la capital.
La hambruna en Niger es un tema que preocupa a Intermon Oxfam, que en su ultimo informe destacó que 2,6 millones de personas sufren hambre extrema en el país, un 767% que en 2016.
Las lluvias y sequias también representan un gran problema. Ese es el caso para Adamou Kimba que vive en Wankama a 60 kilómetors de Niamey.
Las lluvias de agosto inundaron su pueblo y el campo, »hemos perdido toda esperanza de tener una cosecha este año», lamentó en una entrevista.
El año pasado, la cosecha fue ‘catastrófica’ por la sequía, este año el problema esta en la abundancia de lluvias.
Son los pequeños agricultores los más afectados por el cambio climático, y los mismos están padeciendo hambruna por no poder producir los suficientes alimentos para comer hasta la próxima temporada. Incluso cuando se anuncia un buen año agricola, la producción excedentaria no es capaz de cubrir con las necesidades alimentarias a nivel nacional.
El gobierno de Niger, se ha dirigido a la comunidad internacional pidiendo ayuda en la forma de plan de urgencia humanitaria. El gobierno pidió a sus socios ayudar a las 4,4 millones de personas que se encuentran en inseguridad alimentaria severa.
«Lo más chocante es que esta hambruna afecta a los niños, que son víctimas de desnutrición con sorprendentes tasas de prevalencia. La tasa global de desnutrición es de 12,5 %, por encima del umbral de alerta», lamenta Djibou Adamou, un miembro de una ONG local activa en el ámbito de seguridad alimentaria.