La Comisión de Salud Pública ha anunciado un nuevo paso hacia la gripalización de la COVID-19. A partir del 28 de marzo, los positivos leves y los asintomáticos no tendrán que guardar la cuarentena obligatoria de siete días.
Desde la fecha anunciada, el control de los casos de coronavirus cambiará. Sanidad se centrará en los positivos más graves y en la vigilancia de los mayores de 60 años y personas de riesgo. Un nuevo paso que seguirá adelante siempre que la ocupación de UCI y camas hospitalarias se encuentre en nivel de riesgo bajo, tal y como está ahora.
Pese al fin de las cuarentenas estrictas para positivos leves y asintomático, las autoridades sanitarias han hecho varias recomendaciones. A estos casos se les pedirá que guarden reposo y que si salen a la calle lo hagan siempre con mascarilla. Además, se recomendará reducir al máximo los contactos sociales.
Al igual que hace semanas se eliminaron las cuarentenas para contactos estrechos, ahora se da un paso más allá. Serán solo los casos con síntomas graves quienes deban permanecer en casa durante los siete días establecidos. Como excepción, las residencias de mayores y centros sociosanitarios podrán marcar sus propias pautas de aislamiento.
La entrada en esta nueva etapa eliminará también la realización de pruebas diagnósticas de COVID-19 a la población general. La nueva Estrategia de Vigilancia y Control de la COVID recoge que los test quedarán reservados para los mayores de 60 años, embarazadas y personas de riesgo.