La situación de emergencia sanitaria a la que se enfrenta Vietnam es muy grave. El país, con más de 742.000 infectados y 18.400 muertos hasta el momento, buscaba una fórmula para detener la propagación del virus. La única solución posible eran las máximas restricciones para evitar una mayor propagación del virus.
El hombre de 39 años implicado en el caso viajó por el país, sin cumplir las cuarentenas obligatorias, y supuestamente estuvo en contacto con muchas personas. Visitó varios lugares y no cumplió la norma de rellenar una declaración de salud y aislarse durante quince días. Todo ello durante una de las peores olas de Covid-19 del país, en el mes de julio, que hasta hoy sigue en pie.
Poco después desarrolló fiebre y dolor de garganta y dio positivo en la prueba del coronavirus.
Tras las investigaciones, se descubrió que el hombre había violado las normas impuestas por el país para combatir la epidemia y, para colmo, también había infectado al menos a cuatro personas.
El cargo que se le imputa es el de «propagar enfermedades infecciosas graves y peligrosas a otras personas«. El tribunal de la ciudad costera central de Phan Rang lo declaró culpable y lo condenó a 30 meses de prisión.
No se trata de un caso aislado en Vietnam: el 7 de septiembre, un hombre fue condenado a cinco años de prisión en el sur del país por el mismo delito de violar las leyes antivirus e infectar a ocho personas, una de las cuales murió.
A pesar de las diversas y estrictas restricciones, las autoridades vietnamitas aún no han podido frenar la terrible ola que asola el país. Además de las consecuencias sociales, como las muertes y el elevadísimo número de infectados, también hay muchas consecuencias graves para la economía.