Fuente: Policía de Liverpool.

George Leather, un hombre británico de 60 años, admitió haber matado a su esposa. La atacó con un cuchillo hasta que se rompió, posteriormente uso un segundo, tercero y cuarto cuchillo. Se calcula que pudo propinarle unas 300 puñaladas, de las cuales 100 de ellas fueron en la cabeza y el rostro.

Las autoridades contaron que la pareja vivía en Prescot, un poblado cerca de Liverpool. Allí discutieron porque George asumía que su esposa Paula, de 56 años, le estaba siendo infiel. La situación se tornó violenta y el hombre la golpeó y tiro al suelo, para luego buscar en la cocina el arma con que la asesinaría.

Luego del crimen, George se duchó para quitarse la sangre que salpicó y llegó hasta él, y tiró su ropa en el cesto de las prendas por lavar. El juez del caso definió este suceso como «un episodio de salvajismo indescriptible y bárbaro».

La única manera de identificar que el cadáver pertenecía a Paula fue a través de un tatuaje y reloj que llevaba siempre con ella. Su rostro quedó irreconocible. El fiscal de Liverpool, Gordon Cole, informó que George fue sentenciado a cadena perpetua durante al menos 18 años, cuando podrá pedir la revisión de su condena y solicitar libertad condicional.

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