El expresidente francés Nicolas Sarkozy ha sido condenado a tres años de cárcel por corrupción y tráfico de influencias en el conocido como ‘Caso de las escuchas’. La justicia francesa ha decidido condenarle después de comprobar que hizo uso de su posición para intentar obtener información sobre una investigación.
La sentencia deja en suspenso dos de los tres años de cárcel a los que ha sido condenado. Además, la resolución señala que Sarkozy podrá cumplir la pena “bajo régimen de detención domiciliaria bajo vigilancia electrónica”. Aun así, se convierte en una sentencia histórica ya que, por primera vez, un exmandatario es condenado por tales delitos.
Se espera que el expresidente recurra la sentencia impuesta. Durante el juicio declaró que lo que quería era “salir limpio de esta infamia. Y voy a salir limpio porque quiero la verdad de los hechos”. Unas declaraciones que no han servido para convencer al tribunal de su inocencia.
El caso de las escuchas
El affaire Bismuth, popularmente conocido por ‘las escuchas’, no ha dejado de crecer. Nicolas Sarkozy y Thierry Harzog, abogado y amigo íntimo del expresidente, habrían tratado de obtener información confidencial a través del magistrado Gilbert Azibert. Un favor que el juez se cobró con el patrocinio de Sarkozy para intentar conseguir un puesto en el Consejo de Estado del Principado de Mónaco.
Los tres han sido declarados culpables. Herzog afronta una condena de tres años de prisión por corrupción activa y violación del secreto profesional. Por su parte, el magistrado Azibert ha recibido la misma pena por cohecho pasivo y recelado de una violación del secreto profesional . Además, este último ha quedado inhabilitado durante cinco años del ejercicio de su profesión.
La justicia descubrió estos altercados gracias a otra investigación relacionada con la presunta financiación libia de la campaña presidencial de Nicolas Sarkozy en 2007. Desde el Tribunal de Paris se ordenó intervenir las conversaciones telefónicas del exmandatario. Las escuchas de una línea telefónica pagada bajo un pseudónimo por el expresidente han constituido la principal prueba de la acusación.
Sarkozy ha sido el primer exjefe de Estado en sentarse físicamente en el banquillo de los acusado. El 7 de diciembre de 2020 pidió ante el Tribunal Correccional de París “decir solemnemente que nunca he cometido ningún acto de corrupción. Jamás”. Una declaración que enturbia su imagen y que no le ha librado de la sentencia.