Desde este miércoles el nombre de Beto estará escrito para siempre con letras de oro en la historia del Sevilla junto a otros mitos del club como Palop o Puerta. El guardameta se convirtió en el héroe de la final de la Europa League después de que con sus paradas en la tanda de penaltis diera el título al Sevilla, que empató a cero con el Benfica en el tiempo reglamentario.

Normalmente en las finales los nervios provocan que en éstas no se vea un gran fútbol y el partido de Turín no fue una excepción. Tanto Benfica como Sevilla estuvieron tan voluntariosos como imprecisos en el juego. Aún así, fueron los portugueses los que estuvieron más cerca de marcar gol en una primera parte muy pareja. Sin embargo, dos buenas intervenciones de Beto antes del descanso ante remates de Maxi Pereira y Rodrigo evitaron los tantos lusos. El guardameta portugués comenzaba a dar señales de cuál iba a ser el devenir del partido.

La segunda parte empezó como terminó la primera: con el Benfica disponiendo de claras ocasiones. La que puso un mayor nudo en la garganta sevillista fue un remate de Rodrigo que Nico Pareja, imperial junto a Fazio achicando balones toda la noche, sacó bajo palos. Respondió el Sevilla con dos claras oportunidades de Reyes, pero el primer disparo del utrerano se fue por poco fuera y la segunda acabó en las manos de Oblak. Parecía entonces que el partido iba a deparar un espectacular ida y vuelta con ocasiones para ambos equipos. Nada más lejos de la realidad. El Sevilla comenzó a acusar el esfuerzo físico y el Benfica, con más corazón que cabeza, se hizo el dueño del partido.

Sin embargo, afortunadamente para los hombres de Unai Emery, los lusos dispararon a todos lados menos al fondo de la red. Cuando no se iban sus lanzamientos desviados aparecía Beto para amargar a sus compatriotas. Y si algo ha demostrado este Sevilla en la Europa League es que tiene más vidas que un gato. Los de Emery esperaron agazapados en su área un contragolpe con el que ajusticiar a su rival. Éste llegó ya en la prórroga, Rakitic dibujó un sensacional pase hacia Bacca, que se plantó solo ante Oblak. Sin embargo, el colombiano cruzó en exceso su remate.

El partido comenzó a destilar aroma a tanda de penaltis ya en la segunda mitad del tiempo extra, cuando ambos equipos ya no podían ni con su alma y a los que sólo el hambre de gloria les daba algo de gasolina para poder correr un poco más. El título por tanto se decidió mediante el lanzamiento de penas máximas. Ahí el Sevilla partía con la ventaja de que en sus experiencias ante Betis y Valencia ya sabía que era jugárselo todo a la ruleta rusa.

Esa seguridad provocó que Bacca, Mbia, Coke y Gameiro no fallaran en sus lanzamientos desde los once metros y que Beto agigantara su figura en el Sevilla pasando de crack a leyenda parando los lanzamientos de Cardozo y Rodrigo. Las manos del portero provocaron que los hispalenses se impusieran 4-2 en los penaltis. El Sevilla logró de esta manera su tercera Europa League y la Giralda, como canta el himno del Arrebato, vuelve a estar orgullosa de ver a su equipo en el Sánchez Pizjuán, en este caso, con una nueva copa.

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