Con el 3-0 que el Real Madrid le endosó al Borussia de Dortmund, no sólo el conjunto blanco consiguió sacarse, hasta que llegue el partido de vuelta, la espina por la dolorosa eliminación en las semifinales de la pasada edición de la Liga de Campeones. Hubo un jugador en particular que también logró cerrar una afrenta personal y, de paso, demostrar que la calidad está al servicio de cualquier esquema de juego.
Ese nombre fue vitoreado por la gran parte del respetable que se dio cita en el Santiago Bernabéu: Isco. El último ‘Golden Boy’ sustituyó a Ángel Di María en el once inicial y el malagueño no defraudó en la, hasta el momento, cita más trascendental de esta campaña. El gran sacrificado en el paso del 4-2-3-1 al 4-3-3 de Carlo Ancelotti dio un recital de controles, regates y pases, gol incluido, y dejó claro que la calidad es compatible con cualquier dibujo táctico.
Lo hizo, además, contra el rival que la pasada temporada le cortó las alas al equipo que presumía de revelación en Europa: el Málaga donde él militaba. El Borussia de Dortmund vencía por 3-2 al equipo que entonces comandaba el hoy ‘23’ del Real Madrid y le daba la vuelta a los cuartos de final de la pasada edición de la Champions. Para ser cruel, lo hizo además en el minuto 93 y después de que aquel ‘EuroMálaga’ le hubiera dado la vuelta al marcador.
Isco ha logrado cicatrizar una de sus heridas futbolísticas. Y, de paso, demostrarle a Carlo Ancelotti que su visión de juego puede tener cabida en su once inicial. Tenga el esquema que tenga. Y lo hace, además, en el momento crucial de la temporada.