El 1 de diciembre de 2024, decenas de personas perdieron la vida durante una estampida en el estadio de N’Zérékoré.
Este trágico incidente ocurrió durante la final de un torneo denominado en honor al general Mamady Doumbouya, líder de la junta militar que asumió el poder en Guinea en septiembre de 2021.
El partido, que enfrentaba a los equipos de N’Zérékoré y Labé, era muy esperado y representaba un evento significativo en un contexto socio-político ya tenso. Según lo confirmado por Mons. Raphaël Balla Guilavogui, obispo de N’Zérékoré, quien detalló el incidente a Agenzia Fides, la tensión aumentó rápidamente cuando una decisión arbitral controvertida enfureció a uno de los grupos de seguidores. El partido, que hasta ese momento estaba empatado 0-0, se descontroló cuando el equipo de N’Zérékoré anotó un gol que fue cuestionado por los aficionados de Labé. Las protestas aumentaron, lo que llevó a una interrupción del juego durante unos veinte minutos.
Las cosas empeoraron cuando los aficionados, visiblemente frustrados y enojados, comenzaron a lanzar piedras hacia el campo y hacia la policía, que respondió con gases lacrimógenos para dispersar a la multitud. Esto desató el pánico entre los espectadores, que intentaron huir del caos, lo que provocó una estampida mortal. Decenas de personas fueron aplastadas en medio del caos. Las primeras estimaciones hablan de al menos 56 muertes, pero el número podría ser más alto. Aún no se ha confirmado oficialmente el balance final de víctimas, pero el evento ya ha sacudido profundamente a la nación.
Las causas sociales y políticas detrás de la tragedia
El incidente de N’Zérékoré no ocurrió en un contexto cualquiera. La final del torneo, que contó con la participación de equipos locales, también tuvo un fuerte componente político. El torneo de fútbol estaba enmarcado bajo la égida de la junta militar y fue promovido por muchos como un evento de apoyo a las aspiraciones políticas de Mamady Doumbouya, quien parece estar preparándose para postularse en las elecciones presidenciales de 2025, a pesar de sus promesas de no hacerlo. La competencia, aunque deportiva, fue también una plataforma para la posible candidatura de Doumbouya, lo que podría haber aumentado las tensiones en un país ya dividido políticamente.
Mons. Balla también destacó que, aunque el evento tenía importancia simbólica, la seguridad y el orden durante el partido fueron gravemente descuidados, lo que alimentó una espiral de violencia y pánico entre los participantes. Las imágenes de piedras lanzadas, los gritos desesperados y la reacción de la policía con gases lacrimógenos se convirtieron en un símbolo de un país que lucha por manejar eventos públicos de gran afluencia en medio de un clima de incertidumbre política y social. Este no es el primer episodio de violencia asociado a eventos deportivos en Guinea, pero la magnitud de esta tragedia ha impactado profundamente al país.
El impacto de la junta militar en el fútbol y la sociedad
El evento futbolístico también tenía una fuerte connotación política. El torneo, que se celebró bajo el patrocinio de la junta, fue visto por muchos como una forma de ganar apoyo popular de cara a las elecciones presidenciales, inicialmente previstas para 2024, pero ahora pospuestas para 2025. El general Mamady Doumbouya, que tomó el poder mediante un golpe de Estado, parece estar decidido a postularse para la presidencia, a pesar de las promesas anteriores de no hacerlo. El evento de fútbol, como muchos otros eventos públicos, fue probablemente visto como una plataforma para su candidatura, pero la trágica conclusión de este torneo pone en duda la imagen de estabilidad que la junta intentaba construir, además de resaltar las preocupaciones sobre la seguridad y la organización de futuros eventos.
Reacciones y llamado a la responsabilidad
Las autoridades locales y los líderes del país han expresado su dolor por la tragedia. Sin embargo, el obispo de N’Zérékoré hizo un llamado a reflexionar sobre la necesidad de cambiar los comportamientos de las multitudes y mejorar la gestión de los eventos públicos. «Un evento que debía ser motivo de alegría para la nación se convirtió en una tragedia. Es fundamental que aprendamos de nuestros errores y que garantizamos la seguridad de nuestros ciudadanos, especialmente en eventos de gran relevancia», declaró Mons. Balla.
Este incidente no solo es una advertencia sobre las deficiencias organizativas, sino también una señal de la creciente polarización y violencia en la sociedad guineana, donde el fútbol, una pasión nacional, se ha convertido en un campo de batalla para conflictos más profundos.
En conclusión, mientras el país se recupera del dolor y el trauma, la tragedia de N’Zérékoré marca un momento crucial para Guinea, que deberá enfrentar tanto su crisis política como la necesidad de reforzar la seguridad y la cohesión social, para evitar que otros eventos similares se repitan en el futuro.