El descubrimiento de una bota arroja luz a uno de los misterios más grandes en el mundo del montañismo: la desaparición de «Sandy» Irvine.
En septiembre, un equipo de documentales de National Geographic hizo un sorprendente descubrimiento en el glaciar Central Rongbuk, en el Monte Everest: una bota antigua emergiendo del hielo, perteneciente al montañista Andrew «Sandy» Irvine, desaparecido en 1924 junto a George Mallory. El fotógrafo y director Jimmy Chin, junto a los cineastas Erich Roepke y Mark Fisher, encontraron no solo la bota, sino también un pie humano, confirmando que se trataba de Irvine gracias a una etiqueta con su nombre en un calcetín.
Su corta vida
En 1923, Andrew «Sandy» Irvine fue seleccionado para participar en una expedición universitaria a Spitsbergen, un archipiélago en el Ártico, donde destacó por su desempeño en todas las áreas. Esta experiencia llamó la atención de Noel Odell, jefe de la expedición, quien recomendó a Irvine para formar parte de la «Tercera Expedición Británica» al Monte Everest en 1924.
A pesar de no haberse graduado de la universidad, en donde estaba estudiando ingeniería y con solo 21 años, Irvine fue elegido gracias a sus habilidades técnicas y su capacidad física, lo que lo llevó a ser una pieza clave en este histórico intento de conquista de la cima del Everest.
Este joven montañista, sin mucha experiencia previa en escalada de alta montaña, fue valorado por su talento mecánico y por su capacidad para mejorar los equipos de oxígeno, lo que le permitió asegurar su lugar en una expedición que marcaría la historia del alpinismo.
Irvine y Mallory fueron vistos por última vez el 8 de junio de 1924, en un intento por convertirse en los primeros en alcanzar la cima del Everest, una hazaña que, de haberse logrado, habría ocurrido 29 años antes de que Edmund Hillary y Tenzing Norgay llegaran a la cumbre en 1953. La desaparición de ambos montañistas ha sido uno de los grandes misterios del alpinismo.
Una luz de esperanza
El descubrimiento de los restos de Irvine aporta nuevas pistas sobre lo que pudo haber ocurrido durante su histórica expedición. Aunque en 1999 se encontraron los restos de Mallory, el paradero de Irvine había permanecido desconocido hasta ahora. Jimmy Chin y su equipo esperan que este hallazgo pueda brindar cierre a la familia de Irvine y aportar más respuestas a la comunidad de alpinistas.
Este avance renueva las esperanzas de encontrar la cámara Kodak que Irvine llevaba consigo, la cual podría contener pruebas fotográficas de si ambos escaladores lograron llegar a la cumbre. Además, el hallazgo ofrece nuevas perspectivas sobre las condiciones y los últimos momentos de los montañistas, y podría arrojar luz sobre los misterios que han perdurado por casi un siglo.
Este descubrimiento es considerado uno de los más significativos en la historia del alpinismo, despertando nuevamente el interés en los relatos de aventura, exploración y superación que han marcado la conquista del Everest.