El coronel no tiene quien le escriba, publicada por Gabriel García Márquez, tiene una versión cinematográfica que quizás no conocías.

En 1961, Gabriel García Márquez, premio Nobel de Literatura, publicó una de sus primeras novelas, El coronel no tiene quien le escriba. Con una trama sencilla y un lenguaje directo, el escritor colombiano narra la historia de un coronel, veterano de la Guerra de los Mil Días, que espera su pensión todos los viernes durante quince años. Lo que no sabía «Gabo», como lo apodaron los críticos literarios, es que la novela que él consideraba su mejor obra sería llevada al cine 38 años después.

El desafío de adaptar la novela a la pantalla grande fue asumido por la guionista mexicana Paz Alicia Garciadiego y su esposo, el director mexicano Arturo Ripstein. Según Garciadiego, El coronel no tiene quien le escriba fue el guion más complicado que escribió junto a su marido. La guionista ya había sido premiada en múltiples ocasiones, incluyendo un reconocimiento de la Fundación del Nuevo Cine Latinoamericano por La reina de la noche y la Osella de Oro en el Festival de Venecia por Profundo Carmesí.

El primer obstáculo para los realizadores fue conseguir los derechos de autor. Según una entrevista publicada en Página/12, las negociaciones con Carmen Balcells, agente literaria de García Márquez, duraron dos años. Durante ese proceso, García Márquez dejó claro que no quería participar en la escritura del guion. Garciadiego reveló que durante ese tiempo no leyó una sola página del libro: «Si lo leo, no se filma», comentó la guionista.

La película de 1999, grabada en escenarios naturales de Veracruz, México, no refleja por completo el estilo literario y el mundo de García Márquez, según algunos críticos y seguidores del autor. Sin embargo, la guionista y el director eran plenamente conscientes de ello. Ripstein señaló en una entrevista que El coronel no tiene quien le escriba es «una versión básica, mexicana, concreta y no abstracta de la novela».

Durante su carrera, García Márquez rechazó en múltiples ocasiones propuestas para adaptar sus obras al cine. Las pocas veces que lo permitió, como en la adaptación de Cien años de soledad en 1985 por Saraba Hakobune y Shuji Terayama, terminó solicitando al director que no utilizara el título original debido a su insatisfacción con el resultado, que finalmente fue titulado Adiós al Arca o La Despedida del Arca.

El filme, protagonizado por la española Marisa Paredes y el mexicano Fernando Luján, transmite un mensaje sobre la especificidad de cada forma de arte, mostrando que el arte siempre se transforma y nunca se podrán hacer dos versiones idénticas.

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