Ayer, domingo 26 de septiembre, el voto popular en la República de San Marino despenalizó la interrupción voluntaria del embarazo.
El referéndum había sido promovido por la asociación “Unione delle donne sammarinesi” (UDS), y ahora las mujeres podrán abortar de forma legal, segura y accesible. Un día histórico para los partidarios de los derechos de la mujer, que obtuvieron el 77,3% de los votos frente al 22,7% del no. Así, a partir de ahora, las mujeres de San Marino podrán interrumpir voluntariamente un embarazo antes de la duodécima semana de gestación, e incluso después en caso de peligro para la vida de la mujer o en caso de malformaciones del feto que puedan poner en peligro su salud, sin temor a ser encarceladas.
¿Cómo se regula el aborto en el resto de Europa?
El pequeño estado situado en la frontera entre las regiones de Las Marcas y Emilia Romagna fue uno de los pocos de Europa, junto con Andorra y Malta, en considerar totalmente ilegal la interrupción voluntaria del embarazo, castigando con la cárcel tanto al abortista como al médico que realiza el procedimiento.
La situación entre los países europeos es varia. En Liechtenstein, entre Suiza y Austria, el aborto es ilegal en casi todas las circunstancias. En Irlanda está siempre prohibido, con la única excepción de los casos en que sea una complicación inevitable de una operación necesaria para salvar la vida de la mujer.
Así, en países como Italia, Alemania, Francia, Bélgica, Portugal, España, Noruega, Suecia, los Balcanes, Ucrania y Estonia, el aborto se permite mayoritariamente dentro del primer trimestre de embarazo. En Polonia, desde 1993 el aborto sólo está permitido en tres casos: peligro para la vida de la madre, violación y malformación grave del feto. En Gran Bretaña, Finlandia e Islandia sólo se permite a la mujer abortar en determinados casos: para preservar su salud física y mental, por una malformación del feto, por violación y por su situación socioeconómica.