Tailanda ofrece un turismo con elefantes en lugares denominados «santuarios», sin embargo esto está muy alejado de la realidad.
La poblaciones de elefantes en el mundo ha disminuido de una forma alarmante. Según WWF, existen tres especies de elefantes, y todas están en peligro. En los últimos 30 años, el 90% de los elefantes de bosque han desaparecido, y en el último medio siglo, el 60% de los elefantes de sabana se ha extinguido. Solo quedan menos de 40,000 elefantes asiáticos.
El tráfico ilegal de marfil y la destrucción de hábitats son las principales amenazas para los elefantes, especialmente en Asia, donde la expansión agrícola, la ganadería y la deforestación han reducido drásticamente su territorio, afectando sus rutas migratorias y acceso a alimento. Además, los falsos santuarios, que han aumentado en los últimos años, representan otro grave problema.
En Tailandia, un país con una fuerte relación histórica con los elefantes, la mayoría de los elefantes cautivos son utilizados en la industria del entretenimiento, donde sufren abusos y condiciones deplorables. La industria turística ha convertido a estos animales en una fuente de ingresos, con aproximadamente 2,798 elefantes en cautiverio, de los cuales el 63% vive en condiciones inadecuadas.
Muchos centros turísticos en Tailandia se presentan como “santuarios” o “reservas”, pero en realidad priorizan el lucro sobre el bienestar animal. Es crucial saber identificar estos falsos santuarios, que permiten actividades como darles comida o bañarlos. Según World Animal protection, esto es igual de perjudical que montar en ellos porque se les entrena de manera forzada para tener contacto con los humanos sin respetar las necesidades naturales de estos animales.
Un verdadero santuario debe evitar espectáculos, limitar el contacto directo con los animales, ofrecer instalaciones adaptadas a sus necesidades, evitar la reproducción en cautiverio, proporcionar asistencia veterinaria especializada y enfocarse en la educación ambiental. Cumpliendo estos requisitos, se asegura el respeto a las cinco libertades del bienestar animal, priorizando siempre el bienestar de los elefantes.