Los acontecimientos que tienen lugar en Afganistán, donde los talibanes tomaron el control del país en una gran ofensiva hace más de tres semanas – anunciando la formación de un gobierno interino exclusivamente masculino para gobernar el país – están ahora en todas partes.

En estos momentos circulan por la red imágenes terribles. Muestran los cuerpos de algunos periodistas del periódico Etilaatroz, completamente cubiertos de magulladuras y contusiones.

Dicen que los encerraron en algunas habitaciones de la comisaría y los golpearon brutalmente. Luego los arrestaron en la capital, Kabul.

Entre las atrocidades que sufrieron a manos de los talibanes, cuentan que los golpearon duramente con látigos, porras y cables eléctricos.

Al principio intentaron defenderse, pero los golpes se volvieron cada vez más violentos, hasta que los periodistas implicados perdieron todas sus fuerzas. Uno de ellos recibió una patada en la cara y ahora lleva una cicatriz. Dice que se desmayó, y sólo entonces le dejaron, antes de llevarle a una celda.

Otro relata que estuvo retenido durante unas dos horas en la celda en un estado casi inconsciente. Más tarde lo liberaron y apenas podía mantenerse en pie.

Los periodistas preguntaron repetidamente por qué les golpeaban y la única respuesta que recibieron fue: «Tenéis suerte de no haber sido decapitados«.

Al parecer, el detonante de esta violencia fue una protesta que los periodistas intentaban filmar y fotografiar. Esto supuestamente enfureció a los talibanes.

Según estos terribles acontecimientos, los talibanes están demostrando que no han cumplido su palabra en las redes sociales y en los periódicos. Prometieron a los periodistas que les dejarían actuar con libertad y seguridad, pero la realidad de los hechos y las marcas en sus cuerpos cuentan una historia diferente.

El llamamiento de la prensa a los talibanes es que dejen de golpear y detener a los reporteros que hacen su trabajo, y que permitan a los medios de comunicación trabajar libremente sin temor a represalias.