Ante la sorpresa de todos los allí presentes, el delantero del Atlético de Madrid saltó al césped de entrenamiento en los Ángeles de San Rafael para completar la sesión con el resto de sus compañeros.
Bien es cierto que tan sólo se pudieron contemplar los primeros 15 minutos, pero ya en ellos se le vio realizar algunas carreras e incluso tocar balón. Las ganas que está poniendo Diego Costa, y el compromiso con su club por estar en la gran final de Lisboa es de admirar, sin embargo, y aunque todo podría parecer que va bien, las curaciones milagrosas no existen y el futbolista podría estar corriendo un gravísimo riesgo.
La lesión del colchonero suele acarrear entre dos y tres semanas de baja ya que una microrrotura necesita de ese tiempo después de 24 a 48 horas de reposo absoluto. Con este diagnóstico, si nos centramos en la lesión muscular de grado I en el bíceps femoral de su pierna derecha que se produjo exactamente la tarde del sábado en el Camp Nou, pensaríamos que es imposible estar listo para volver a los terrenos de juego este sábado. Los médicos aseguran, que pese al tratamiento de placenta de yegua al que se ha sometido, hay un riesgo altísimo de recaída. Su presencia en el campo además sería a medio gas, ya que no podría, en el hipotético caso de que juegue, realizar movimientos explosivos. Al estar en un estado de semireposo, las fibras se relajan y es en esos movimientos explosivos en los que puede producirse la nueva lesión. Las fibras en estos casos necesitan volver a unirse ya que lo que se ha producido es una separación. Además de unirse, necesitan hacerlo en la dirección correcta, por este motivo su participación en la final es casi un suicidio deportivo. Si finalmente participa, hay un riesgo casi del 100% de recaída, lo que sería fatal para el hispano-brasileño que tendría que decir así adiós al mundial, según los médicos expertos en lesiones de este tipo.
Lo más sensato sería que Diego no fuese de la partida pero la última decisión está en su mano y en la de Simeone.