El Barça ya no es el que maravilló al mundo hace bien poco de la mano de Pep Guardiola, de eso no hay ninguna duda. Sin embargo, un equipo que ha ganado tanto es imposible que no tenga amor propio. Por ello, el Barcelona tiró de orgullo para ganar 2-1 al Athletic de Bilbao y mantener sus opciones ligueras cuando todo parecía indicar que su cuesta abajo era imparable.
La primera parte del partido del Camp Nou fue lo más parecido a una película de vaqueros: hubo tiros por todos lados. El Barcelona generó multitud de ocasiones para abrir el marcador pero el Athletic también dispuso de otras tantas oportunidades para adelantarse en el electrónico. La más clara fue un remate de chilena de Aritz Aduriz que se estrelló en el poste. Un precioso remate que nos hubiéramos cansado de ver repetido esta semana si lo hubieran firmado Leo Messi o Cristiano Ronaldo.
Sin embargo, el ariete rojiblanco se desquitó haciendo el 0-1 con un disparo dentro del área en el minuto 50. Parecía entonces que el Barça iba a prolongar la profunda depresión que arrastraba desde el Vicente Calderón. No fue así. Los jugadores azulgranas decidieron tirar de amor propio y metieron, con más corazón que buen juego, al Athletic en su área.
Pedro logró igualar el marcador en el minuto 70 tras culminar en el área pequeña una triangulación iniciada por Dani Alves y Alexis. Dos minutos después, Leo Messi demostró que debería estar prohibido poner en duda su calidad. No pasa por su mejor momento, pero un poco de Messi es mucho más de lo que pueden ofrecer la gran mayoría de futbolistas en plenitud de condiciones. El argentino batió a Gorka Iraizoz con una falta al borde del área.
De ahí al final del partido siguió la película de vaqueros de la primera parte: tiros y más tiros, pero ninguno logró variar el marcador. Así pues el Barça se niega a que aún le den por muerto en la lucha por la Liga y se agarra a su orgullo, y las matemáticas, para aplazar el funeral que muchos le tenían ya preparado.