La digitalización de los servicios- sean legales o comerciales – han sido fuertemente defendidas y apoyadas en los últimos años por ser mucho más eficiente.

Una de las herramientas fundamentales de la digitalización son los llamados ‘chatbots’, la inteligencia artificial que permite a una maquina responder las dudas y resolver los problemas básicos de los clientes de manera prácticamente inmediata.

Los aparentes beneficios de estos chatbots, sin embargo, han sido contestados por la Universidad de Copenhague en un reciente estudio. Sus críticas se basan en la cantidad de energía que se precisa para desarrollar esta IA y lo mucho que estas contaminan.

Según la universidad entrenar GPT-3, un modelo de lenguaje artificial de OpenAi similar al de la más conocido inteligencia artificial ChatGPT3, contamina de lo mismo que un viaje a la Luna de ida y regreso: alrededor de 85.000 kilos de Co2.

Este descubrimiento no es nuevo y se suma al bulto de razón que aumentan la ‘huella de carbono digital’ que es como se conoce al tipo de contaminación creada por la tecnología. El uso de Google por un usuario promedio, por ejemplo, libera alrededor de 0,2 gramos de O2 en el ambiente.

La cifra puede en efecto parecer mínima, sin embargo, multiplicada por cada uno de los usuarios y las veces que estos usan el buscador de internet las cifras se vuelen titánicas. Algunas proyecciones apuntan a que la contaminación en este particular ámbito solo podría ser compensada plantando 40 millones de árboles más.

El director global de Tecnología del Grupo GFT, Gonzalo Ruiz Villa, explicó a El Periódico de España que «Google tiene muy bien optimizados sus servicios para reducir el volumen de contaminación de sus procesos, pero tenemos que tener en cuenta que es un servicio que utilizan miles de millones de personas varias veces al día. Cualquier cifra multiplicada por esa cantidad va a ser enorme»

La empresa de transformación digital que opera con grandes compañías del IBEX 35 conoce muy bien los efecto que la inteligencia artificial tiene en el ambiente, pero también sabe como es que podrían estos efectos revertirse.

Una de las respuestas es utilizar la misma Inteligencia Artificial para crear patrones de sostenibilidad. Google, por ejemplo, tiene una empresa subsidiaria llamada DeepMind que ha creado un IA que ha podido reducir el consumo energético de la compañía en un 35%. El secreto se encuentra en hacer más eficiente el enfriamiento de los servidores por los que pasan los datos que genera.

La energía es un componente crucial en la producción y almacenamiento de datos, así como la causa de parte del cambio climático. Según Enerdata, el almacenamiento de datos es responsable de entre el 5 y 9% del consumo mundial de electricidad. Esta cifra podría subir al 21% en 2030 si continuamos el mismo ritmo.

Las grandes compañías entre ellas Google, Amazon y Microsoft ya se han puesto en marcha para reducir las emisiones derivadas de sus actividades al 0% antes de 2050. NO obstante, la responsabilidad no reside solo en las grandes empresas puesto que los dispositivos de los mismos usuarios contribuyen al causa.

Si 1.000 millones de los usuarios, por ejemplo, utilizar el ‘modo oscuro’ en usas pantallas OLED y MicroLed se podrían ahorrar más de 550.00 toneladas de CO2 al año.

Cambiar al mundo esta en nuestras manos.

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