Bolivia ha demostrado tener una de las economías más resilientes a la inflación, especialmente en los últimos años donde los efectos económicos de la pandemia y posteriormente la guerra en Ucrania, ha disparado esta tendencia al redero de mundo. Según alguno estimados, para final de este año los costos de vida en los países latinoamericanos subirían en promedio 10% en comparación al año pasado.
La inflación tiende a ser más perniciosa en regiones donde históricamente hay niveles de desigualdad altos y bajo crecimiento económico. Así mismo, la precariedad que resulta de ello puedo incentivar desestabilidad política y social, que no son nuevas para estas regiones, pero cuyos efectos dejan marcas indelebles en la estructura y el proceso de desarrollo económico del país en cuestión.
Bolivia es posiblemente el país sudamericano que mejor encaja en el molde de lo previamente descrito. Es precisamente por eso que sorprende que sea uno de los países de la región con menor inflación; el índice de precios al consumidor llegó a estar por debajo del 1% en varias ocasiones en los últimos años.
Las razones por las que Bolivia a podido mantener la inflación baja se puede resumir en tres razones:
1) El boliviano tiene un tipo de cambio fijo respecto al dólar estadounidense. Este cambio fijo se estableció hace más de una década y funciona gracias a que las autoridades inyectan dólares de sus reservas en el mercado. El presidente de Bolivia, Luís Arce, asegura que las ganancias provenientes de la nacionalización de varias industrias, en especial las relacionas a los hidrocarburos, son las responsables de permitir una reducción en el costo de los productos importados y contribuir, por tanto, una baja inflación.
2) Bolivia subsidia muchos de los productos esenciales que consume la población, por ejemplo: las papas, la leche, el pollo, y quizás más importante, la gasolina. Esta ultima se a mantenido estable en el tiempo con un valor de 3.20 bolivianos por litro, o lo que es lo mismo, medio dólar por litro. Es el monopolio estatal que distribuye la gasolina el que a absorbido todo el golpe – sin tocar el precio subsidiado – de un recurso que sigue subiendo de precio a nivel mundial. De la misma forma, la canasta básica no ha sufrido grandes alteraciones gracias a mecanismos que ayudan a mantener la inflación alimentaria como programas de apoyo financiero a los productos agropecuario o las importaciones estatales de alimentos con cargos a las cuentas públicas.
3) Certificados de exportaciones de los productos bolivianos que se venden en el exterior. Cuando el abastecimiento de un producto en el país no está garantizado a un precio que las autoridades crean justo pueden negarle el certificado de exportación. Así el gobierno genera un aumento de la oferta de ese producto en el mercado interno, bajan los precios y disminuyen las presiones inflacionarias.
Nuevas amenazas para el modelo monetario
La pregunta que muchos nos preguntamos, sin embargo, es ¿por cuanto tiempo podrá Bolivia mantener su inflación tan baja? El gobierno boliviano es capaz de mantener esta constante estabilidad en los precios a costa de mucha deuda; un estudio del banco mundial segura que la deuda pública del país sudamericano representa un 80% del PBI.
También es importante considerar el déficit fiscal (el estado gasta mas de lo que recibe); la lucha contra la inflación ha reducido las reservas internacionales del Banco Central de Bolivia (el colchón de ahorros que tiene un país para mantener su estabilidad financiera). El gobierno aseguro que no eliminara subsidios ni alterara el tipo de cambio, porque la carga se trasladaría a la mayoría de la población. El argumento clave es que Bolivia vende gas, y otras materias primas como la soya y los minerales cuyo precio en el mercado internacional ha subido lo cual hace que el país reciba más divisas.
En los últimos meses, sin embargo, los temores de muchos analistas se hicieron realidad al verse reducido las reservas internacionales de manera significativa. El Banco Central de Bolivia contaba con 8.900 millones de dólares estadounidense para el año 2018. En 2022 esta cifra se redujo a 4.300 millones de dólares. La Fundación mileno en efecto ha demostrado que existe una tendencia decreciente desde el 2020. Esto genera una desestabilización en el poder adquisitivo de la moneda nacional, así como significa un problema para la sostenibilidad del modelo monetario del país que, como hemos visto, estaba diseñado en gran parte para mantener la inflación baja y evitar el shock inflacionario en la población.
Para evitar que esto continue el gobierno debería dejar de presionar al Banco Central para continuar con sus planes de inversión pública algo que resultaría complicado dada la dependencia tanto a nivel político como social de estas inversiones. El ministro de Economía y Finanzas Públicas, Marcel Montenegro, en efecto admitió que ha habido una reducción de las reservas ‘menores’ en los últimos dos años. También aseguro que Bolivia no es inmune a los altos precios ni a los efectos de la inflación global. La autoridad presenta la solución previendo un segundo semestre con crecimiento positivo por las futuros ingreso de la exportación de gas a argentina.
Por su parte la administración de la gestora publica, asegura que el valor de los productos se mantendrá igual por la balanza comercial que tiene un superávit en lo que va del año. La Autoridad de Supervisión del Sistema Financiero (ASFI) también remarcó que el crecimiento de los depósitos creció en un 7,5% en el primer semestre del 2022.
Los analistas advierten, sin embargo, que el ejecutivo ha de trabajar de manera urgente en un plan para y en el gasto corriente que permita bajar gradualmente el déficit fiscal y evitar lo que está sucediendo en otros países de la región como la Argentina.