La dopamina es posiblemente uno de los químicos más importantes en nuestro cerebro. Esto se debe a que nos da la motivación para llevar a cabo las tareas que nos competen, y que necesitamos, como: buscar alimento, sesear la sed o, incluso, tener sexo.

La dopamina, como casi todo en la vida, funciona como una montaña rusa; empieza en un lugar, incrementa, llega a su clímax, y luego desciende. Por ejemplo, cuando uno tiene hambre la dopamina – al incrementarse – se encarga que deseemos y procuremos alimento, una vez que hayamos pedido nuestra comida y /o la vemos siendo cocinada nuestra dopamina se dispara. Pasados unos mordiscos y en medida que terminamos lo que estamos comiendo la dopamina regresa a sus niveles normales.

Aplicado al sexo, la dopamina va en incremento a medida que uno se aproxima al acto sexual, llegando a su máximo nivel en el orgasmo. Vale recalcar que a diferencia de lo que muchos pueden llegar a creer, la experiencia del orgasmo se produce por unos químicos llamados opioides y no por la dopamina. La dopamina, por el contrario, es la que nos lleva al orgasmo y no el orgasmo en sí.

La dopamina puede también puede experimentarse o verse representada a través de la procura de lo nuevo o noble. La dopamina suele responder a las cosas nuevas sea un nuevo celular, nuevos zapatos, o nuevas películas. A decir verdad, todos estamos ‘enganchados’ con la dopamina, podemos llegar a experimentar un drástico incremento de la misma incluso al pedir un postre – a pesar que aun tengamos comida en el plato y no hayamos terminado de comer – solo porque es nuevo.  

Esto ultimo explica en parte como es que a veces podemos seguir comiendo a pesar de ‘estar llenos’. La dopamina juega con nuestro circuito biológica de recompensa modificando nuestros sentimientos sobre lo que significa estar lleno o satisfecho, ignorando por competo lo que nuestra mente racional pueda pensar.

En relación al sexo y la pornográfica, existe un concepto que explica cómo es que la producción de dopamina depende y está ligada a la cantidad y variedad de parejas sexuales que tenemos. Usando un ratón macho y dos ratones hembras, se demostró como los niveles de dopamina bajan en medida en que el ratón macho copulaba con la misma pareja, hasta eventualmente dejar de hacerlo por falta de dopamina. La dopamina, pues, está relacionada al libido. Al ser introducida, sin embargo, una segunda pareja, el ratón volvía a experimentar un incremento en la dopamina, volviendo a copular con esta nueva pareja, hasta que los niveles de dopamina bajaron y, nuevamente, no puedo copular más.

Esto es exactamente lo que sucede cuando uno ve porno y la razón por la que uno hace ‘click’ en más y diferentes videos mientras lo hace.  La dopamina en realidad es lo que hace que uno termine siendo adicto a las cosas; la cocaína, el alcohol, la nicotina todas se siente diferentes, pero todas también inundan el circuito biológico de recompensa con dopamina.

 Todas las actividades adictivas aumentan los niveles de dopamina, eso es lo que las hacen potencialmente adictivas. Claro esta que se necesita usar las sustancias o hacer las actividades repetidas veces para que cambios significativos ocurran a nivel biológico para desarrollar adicción. Un punto importante que recalcar es que la dopamina se segrega en respuesta a las expectativas y no en los niveles reales de placer adquiridos.  En otras palabras, es el deseo de tenerlo, el anhelo. La dopamina es desearlo, los opioides es que te guste. La adicción está esencialmente ir en busca de la dopamina; aumenta el deseo por algo, pero disminuye nuestro gusto por esa cosa.  

El poder de la dopamina en nuestro circuito biológico de recompensa pudo ser también explicado a través de una serie de experimentos. En el primero, se le colocó un casco a una rata conectado a su circuito de recompensa que mandaba la suficiente electricidad para estimular esta parte del cerebro. Luego, se le puso una pequeña palanca que al accionarla manda un toque de electricidad directo al cerebro produciendo esa sensación de recompensa. El experimento demostró cómo – eventualmente – la rata dejó absolutamente todo de lado para accionar la palanca; dejó de comer, de aparearse y hasta de descansar, hasta que finalmente murió. El mismo comportamiento puede ser visto en los casos de drogadicción más severos.

Una variación de ese experimento presenta a la rata con un campo de electricidad en el área donde se encuentra la palanca. Se muestra que, a pesar del dolor, la rata atraviesa el campo para accionar la palanca. Lo interesante esta en que, si se substituye la palanca por comida, la rata se abstiene de cruzar por el campo de electricidad prefiriendo así morir de hambre que experimentar el dolor de los electroshocks.

Un último experimento consiste en inyectar a la rata con una sustancia que inhibe la producción y percepción de dopamina. Esto deja a la rata completamente inmovilizada pues no tiene la motivación para hacer nada, ni siquiera para comer ni aparearse. No es que no le gusta la comida aun así come si se le aproxima, pero no hace nada por buscarla.

Estos experimentos nos explican que el justo nivel de dopamina es crucial para que ‘funcionemos’ correctamente. No solo se encarga de motivarnos para llevar a cabo las necesidades más básicas, sino que nos provee de una mirada positiva hacia la adversidad, buena actitud, y nos tiene felices. En efecto muchos problemas psicológicos se les atribuyen a desequilibrios en la producción o recepción de dopamina.

Especialmente hoy en día, con el avenir de las redes sociales y el sobre estimulo, es necesario que cuidemos y aprendamos a balancear nuestra dopamina. Si estamos todo el día a la procura de cosas nuevas, nuevos perfiles en Instagram, nuevos matches en Tinder o nuevos videos porno, lo más posible es que nuestro cerebro se sobre sature y cree una descompensación en la regulación de dopamina. De la misma manera en cómo también lo haría el relacionarse en actividades que incitan y provocan la desmedida producción de dopamina como lo son las drogas, excesiva fiesta, el cigarro o las apuesta.  Todo esto puede dejarnos sintiéndonos extraños, tristes, confundidos y, lo más sustancial, desmotivados. En el peor de los casos puede llevar a desarrollar adicción y depresión. ¡Pasa la palabra! Informarte.

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