Martín Vizcarra, quien cuenta con una buena imagen pública, luego de ser el gobernador de la región de Moquegua y de ser vicepresidente de Perú, asumió ayer viernes, la Presidencia de ese país, luego de la renuncia del mandatario acosado por las sospechas de corrupción en relación con el caso Odebrecht, Pedro Pablo Kuczynski (PPK) a quien el Congreso le aceptó la renuncia.
Vizcarra, no la tiene fácil, ahora deberá restaurar la confianza pública en la clase dirigente, enocarse en la lucha contra la corrupción y relanzar una economía estancada por la incertidumbre de los últimos meses.
Los ministros que se desempeñaron con el expresidente Pedro Pablo Kuczynski, inmersos en el escándalo de corrupción y además compra de votos que derribaron a su predecesor, fueron descartados por Vizcarra en su alocución inaugural.
Para refrescar un poco, el año pasado Vizcarra se fue a Canadá luego de que el Congreso que justamente lo juramentó como presidente, lo obligara a desligarse del cargo de ministro de Transportes, al acusarlo de prácticas irregulares en el desarrollo del proyecto del aeropuerto de Cuzco.
En su su discurso de juramentación como presidente, Vizcarra prometió mano dura contra los actos de corrupción que dejaron mal parado el país en los últimos meses al tiempo que pidió acabar con las políticas de «odio y confrontación» entre los poderes del Estado.