El tenista español Rafael Nadal, logró imponerse en la final a Kei Nishikori por retirada del tenista japonés cuando el encuentro marchaba empate a un set y 3-0 para Nadal en el último y definitivo parcial.

Rafa se presentó en la final sin haber cedido un solo set y con unas sensaciones bien distintas a las mostradas en los pasados torneos de Montecarlo y Barcelona donde no se le vio seguro sobre la pista.
Estaba ante su público favorito en todo el mundo. El que más le apoya, el que más le anima y el que más ganas tiene de verle vencer. Nadal se enfrentaba al reto de revalidar el título en Madrid que consiguió la pasada edición ante Stanislas Wawrinka, algo que no había logrado nadie en la historia de este torneo. Comenzó el encuentro, y quizá esa ansiedad de jugar ante su público preferido, y las ganas de hacerlo bien le pasaron factura. A pesar de ganar su saque en blanco y de ponerse 0-30 al resto de un japonés que jugaba una final de Masters 1000 por primera vez en su carrera, Nadal tiró una derecha fuera de segundo saque que hizo entrar en el partido a su rival y salirse él. A partir de ese momento el tenista nipón desplegó su mejor juego y Rafa se fue cada vez poniendo más nervioso. La tensión se sentía en su raqueta, ya que sus golpes no corrían y muchos de ellos se estrellaban en la red. Así, en apenas 35 minutos, el balear cedió por 6-2 la primera manga en lo que como el mismo reconoció al acabar el choque “me han dado una paliza en el primer set”.

La lesión de Nishikori cambió el rumbo del encuentro
Algo cambió la tónica en el segundo parcial. Rafa intentó tirar más largo y mover a Nishikori pero no materializó sus opciones de break mientras que el japonés sí lo hizo y logró colocarse con 4-2 arriba en el marcador. Nadie se podía creer lo que estaba pasando en la arcilla de Madrid hasta que de repente en el cambio del 4-3 y saque a favor del tenista oriental, el fisioterapeuta hacía acto de presencia en la pista para atender de unos problemas en la zona baja de la espalda en la inserción con el glúteo izquierdo a Nishikori. El japonés se situó para sacar pero rápidamente se vio que no estaba cómodo. Rafa se dio cuenta y cambió el chip. Fue entonces cuando vimos al número 1 del mundo sacar sus mejores golpes de derecha a relucir. Como si de un limpiaparabrisas se tratara el japonés corría la pista de lado a lado intentado poner todo lo que le quedaba en ese set. Sin embargo, Rafa consiguió el break y la Caja Mágica enloqueció viendo que ‘su Nadal’ estaba de nuevo en la pista. Con Rafa suelto y Nishikori casi inmóvil por esos dolores sabiendo que ya no iba a poder aguantar las embestidas del toro de Manacor, el partido estaba decantado. El español confirmó su saque y logró un nuevo break que le adjudicó el segundo set por 6-4. El tenista japonés quiso intentarlo pero ya era inútil porque sus problemas fueron a más, y prácticamente los tres juegos que estuvo en la pista fueron testimoniales, hasta que con 3-0 abajo, decidió sacar la bandera blanca. Nadal revalidó así, aunque no de la manera que le hubiera gustado, su corona en Madrid, y la cuarta en su carrera en el torneo de la capital.

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