A día de hoy ganar al Atlético de Madrid parece misión imposible. Al menos esa es la sensación que tiene el Barcelona después de que los azulgranas cayeran en el Vicente Calderón por 1-0 y dijeran adiós a las semifinales de la Liga de Campeones.

Nadie puede decir que la victoria del Atlético en estos cuartos de final haya sido injusta, todo lo contrario. Diego Pablo Simeone, pese a que no pudo contar para el partido ni con Arda Turan ni con Diego Costa, dio un repaso táctico al ‘Tata’ Martino desde el primer minuto.

Y es que el Atlético en el terreno de juego es un fiel reflejo de lo que es su entrenador: ambicioso, intenso y con oficio, mucho oficio. Por eso no se conformó con mantener el 1-1 de la ida que le daba el pase y desde que Howard Webb pitó el inicio de partido salió a comerse a su rival….¡y vaya si lo hizo!

En el minuto cinco Adrián se sacó un zambombazo que rebotó en el larguero, el rechazo lo recogió David Villa, que centró al segundo palo para que Adrián asistiera a Koke para que este último batiera a Pinto. El gol rojiblanco no hizo despertar al Barça, todo lo contrario.

El Atlético olió sangre y siguió devorando a su presa mientras el Calderón rugía eufórico. Villa pudo sentenciar el partido, y la eliminatoria, pero estrelló dos remates al larguero. El Barça despertó entonces, ligeramente, de su letargo. En el minuto 24, Leo Messi rondó el gol con un remate que se marchó por poco fuera tras culminar una gran asistencia de Neymar, de los pocos jugadores del Barça que mostraron algo de actitud en el Calderón.

Por ello, que al descanso el Barcelona llegara aún vivo pareció un auténtico milagro. El Atlético le había desnudado, zarandeado y sacado de los colores, pero no le había tumbado en el ring. Debió pensar en eso el Barça, que en la segunda parte salió con otra actitud al terreno de juego.

De hecho, nada más comenzar el segundo acto, Xavi filtró un pase a Neymar que dejó al brasileño solo ante Thibaut Courtois, pero el belga volvió a emerger como un gigante para meter una excelente mano y salvar al Atlético. No sería la única parada salvadora que haría en toda la noche, ya que acto seguido hizo otra cuando Xavi se disponía a empujar el balón a la red.

El Barça creyó entonces en sus posibilidades y metió atrás al Atleti. Sin embargo, los rojiblancos no se sintieron muy incómodos ante este acoso, ya que los culés fueron incapaces de encontrar huecos en la telaraña que había formado Simeone. Es más, el Atlético pudo sentenciar a la contra, pero José Manuel Pinto en unas ocasiones y la velocidad de Jordi Alba en otras mantuvieron vivo al Barcelona hasta el final.

El resultado ya no se movió más. El 1-0 se antoja tan corto como justo para un Atlético que jugando a este nivel no tiene porque temer a nadie en Europa, ni al Bayern de Múnich. Además, desde 2008 el que elimina al Barça en Champions tiene premio: gana la ‘orejona’ a final de temporada. Parecía una utopía a principio de temporada contar con los rojiblancos para ganar el trofeo, pero con Simeone a la batuta se han ganado el derecho a pensar que a día de hoy nada es imposible.

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