No es ni por asomo el equipo que maravilló la pasada temporada. A eso hay que sumarle que el infortunio se ha cebado con ellos en forma de lesiones. Pero unos cuartos de Champions, unido al escaso bagaje del Real Madrid en los últimos choques ligueros (Rayo Vallecano aparte), convierten la eliminatoria ante el Borussia Dortmund en un atractivo impregnado por ansías de revancha deportiva y el anhelo de seguir luchando por un objetivo que se ha convertido en una obsesión blanca desde hace más de una década.

Y el partido de ida (miércoles, 20:45, Santiago Bernabéu), llega bajo el telón de un Bernabéu descontento. Al menos, de una parte del respetable blanco. Así lo manifestaron en el derbi ante el Rayo. Hubo pitos para todos: Benzema, Ancelotti, Diego López. Incluso para Cristiano Ronaldo. Con la consecuencia motivacional que suelen tener este tipo de reproches en el portugués. Otro peligro más para Jurgen Klopp.

No es palabrería fácil limitar el potencial del Borussia con respecto al año pasado, cuando destrozó al Madrid en la ida de semifinales con un 4-0. A una Bundesliga ya perdida sin oponer resistencia alguna, se une una enfermería a reventar. Gotze emigró al Bayern y sobre el tapete no estarán este miércoles Lewandowski (sancionado), Gundogan, Schmelzer, Subotic, Blaszcykowski ni Bender (lesionados). O, lo que es lo mismo, sólo Weidenfeller, Piszczek, Hummels y Reus repetirán con respecto al temible Borussia del ejercicio pasado.

En los de Carlo Ancelotti no habrá cambios. Jesé, Arbeloa y Khedira lo verán por televisión y el resto del plantel está disponible para el italiano. Modric y Marcelo volverán al once tras descansar en Liga y los demás, los mismos de siempre. Con Cristiano enfadado. Parece. Y todo el mundo sabe lo que pasa cuando a CR7 le tocan el orgullo. Para desgracia de sus rivales.

 

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