El presidente de los Estados Unidos, Barack Obama,ha vuelto a Italia. Una visita relámpago a la Ciudad Eterna en la que en menos de 24 horas ha visitado al Papa Francesco en el Vaticano, ha saludado al Presidente de la República, Napolitano, en el Quirinale (Palacio presidencial) y acercado posiciones con Renzi en un encuentro bilateral. Una apretada agenda que le permitió disfrutar del Coliseo, en un visita privada en compañía de la arquitecta y experta en el Anfiteatro, Barbara Nazzaro.
Ilusionado llegó puntual al encuentro con el Papa Bergoglio. Cincuenta minutos en los que se pusieron sobre la mesa los grandes problemas de la humanidad: el hambre, la pobreza y las guerra. Después de este encuentro conmovedor, llegó el turno del Presidente red la República, Napolitano, una charla que duró más de lo esperado y terminó con una comida en una de las salas nobles del Palacio presidencial, como notificó el mismo Napolitano con una breve nota de prensa. Era el momentodi Renzi, el presidente del consiglio. El tercer presidente del Consiglio italiano que encuentra. Primero fue Berlusconi en el 2009, después sería Monti en el 2012, Letta el año siguiente y ahora Renzi para que tuvo solo palabras de apoyo y afecto.
A pesar de que no era la primera vez que el Presidente se encontraba en Italia, ya que en junio del 2009 participó en el G8 del Aquilla, fue la primera vez que puso pie en la Capital. Y la primera vez que contemplaba con sus propios ojos el ‘Colosseo’, y ante el cual exclamó: ’Es más grande que un campo de beisbol’. Un comentario desafortunado del que se han hecho eco la gran mayoría de los periódicos locales. Pero profundizando un poco más en la entrevista que Nazzaro concedió a La Repubblica, Obamamuestra un lado más sensible y humano cuando al llegar a la última planta del gran anfiteatro comenta: ‘Este debía de ser el mejor lugar para disfrutar de los juegos, lejos de la sangre y la arena’.
Al estilo de la película de Berlanga (¡Bienvenido, Mr. Marshall!), los preparativos para que todo estuviera listo para cuando el Air Force One aterrizara en Fiumicino la noche del 26, han llevado semanas: agentes de incógnito se paseaban entre los turistas, controlaban la seguridad de las calles y barrían palmo a palmo las inmediaciones del Tíber. Ya en la capital, las principales calles de la ciudad se cerraron para accelerar el paso de la comitiva presidencial (un total de 30 coches blindados). Mientras el Colosseo permaneció cerrado durante todo el día y en los alrededores no había ni rastro de los vivaces vendedores ambulantes, para garantizar la seguridad de Obama durante su visita vespertina.
Un encuentro satisfactorio y con final feliz. Antes de subirse de nuevo al Air Force One rumbo a Arabia Saudí, ha proclamado su deseo de volver. ha prometido volver, quizás en verano, momento preferido de los presidentes americanos para visitar el ‘Bel Paese’.